Por: Eliana Scialabba
En el día de ayer, el Banco Central presentó su programa monetario para este año. Tal como habían mencionado desde la institución, luego del acuerdo con los holdouts, se hizo pública la política monetaria que seguirá la autoridad monetaria en este 2016 de transición y, tal como plantea en el documento, en el mes de septiembre se realizará la adopción formal de metas de inflación de caras al 2017 (las cuales entrarán en vigencia en enero del año próximo).
El simple hecho de contar con un programa que permita que conozcamos los objetivos del ente emisor constituye un paso fundamental. La principal importancia radica en el anclaje de las expectativas inflacionarias: sabiendo que el Banco Central cumplirá su objetivo principal de mantener estable el valor de la moneda, mencionado en el artículo tercero de su Carta Orgánica, las expectativas se “irán acomodando” a lo planteado en el plan, de acuerdo con el manejo de la política monetaria, la cual se llevará a cabo a través del establecimiento de un corredor de pases activos y pasivos y de la tasa de interés de Lebac a 35 días.
En un esquema como el descrito, la cantidad de dinero es una variable endógena, y se vuelve exógeno el tipo de cambio, principal variable “manejada” por la gestión anterior, ya que en la administración actual las intervenciones en el mercado de cambio son ocasionales y la experiencia reciente muestra que en la actualidad para estabilizar el valor de tipo de cambio es más efectiva la suba de tasas de interés que la compra o la venta de divisas.
Sin embargo, no es momento de pensar que el problema de la inflación se va a solucionar de un día para el otro, por el simple hecho de que el Banco Central tenga un plan para combatirla, ya que es un fenómeno multicausal: el mismo ente emisor plantea en su programa que si bien la inflación estimada inicialmente para este año debería ubicarse entre el 20%-25%, según estimaciones de Census Economics, es más factible que se ubique en el rango 31,8-33,4 por ciento. Y probablemente, el próximo año también se encuentre en torno al 19,9%, por encima de la meta de 12%-17 por ciento.
Asimismo, es importante destacar que si bien la inflación medida a través del IPC en los últimos meses se encuentra en niveles altos, parte importante de estas alzas se debe al reacomodamiento de precios relativos que se está realizando en la economía (quita de subsidios y ajustes de tarifas de servicios públicos, unificación cambiaria). Por lo tanto, no son subas de precios que se va a mantener en el tiempo, tal como se define a la inflación, sino que son incrementos que se dan una sola vez. Por este motivo, desde el Gobierno dan por descontado que en los próximos meses la inflación comenzará a descender (sin descontar, por supuesto, que parte de la reducción de la inflación puede explicarse por una caída en el nivel de actividad de algunos sectores).
Por otra parte, no podemos pretender que en poco más de cuatro meses se solucionen las distorsiones micro y macroeconómicas acumuladas durante muchos años. Esto es sólo el comienzo, sin embargo —por ahora— parece ir en el sentido correcto.