Por: Ernesto Mattos
La estructura productiva argentina, si bien padece la restricción externa, tuvo espacios para el desarrollo económico y social. La cadena que pesa en torno a la insuficiencia de divisas producto de las clases sociales que fugan capitales o transfieren fondos al exterior dejó sin inversión privada a la economía nacional, de lo que se deduce que al final de cuentas fueron la regulación y la inversión pública las claves para el bienestar social. La regulación del Estado en los espacios formales de trabajo, la inversión en infraestructura, modificación de leyes de la época de la dictadura cívico-militar, la recuperación de las AFJP, YPF y mayor participación estatal en grandes empresas ha evidenciado la efectividad del Estado asignando recursos. Aún así se podría comentar que el bienestar social no ha finalizado su tarea ni alcanzado a todos los sectores sociales. Por eso es importante poder tener una medición de cómo va evolucionando la economía nacional o como está el contexto regional.
Pero ¿qué es el IDH -Índice de Desarrollo Humano- o qué mide? El IDH es una medida resumen de la evaluación de progreso a largo plazo en tres dimensiones básicas: El indicador de una vida larga y saludable se mide por la esperanza de vida; el acceso al conocimiento se mide a través de la media de años de escolaridad para la población adulta y los años esperados de escolarización para los niños en edad de ingreso escolar; y el nivel de vida se mide por el Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita expresado en dólares internacionales constantes de 2011, convertidos por la paridad del poder adquisitivo (PPA)[1]. El IDH está comprendido en un rango entre 0 y 1; cuanto más se aproxima a 1, mayor es el nivel de desarrollo humano.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) muestra que en América Latina se redujo la inequidad y aumentó el desarrollo humano aunque a un ritmo lento en comparación al período 2000-2008. Esta desaceleración del desarrollo humano es atribuible a la crisis financiera de 2008, según el informe. La propuesta del organismo es la creación de un Fondo Monetario Latinoamericano para evitar estas crisis financieras que afectaron a diferentes economías periféricas.
Por otro lado, el FMI publicó sus proyecciones para la región: el 2014 cerrará con un crecimiento económico del 2% y el 2015 la tasa de crecimiento será del 2,6%, similar al del año 2013 pero inferior al crecimiento del 2012 (2,9%).
Para el caso argentino los resultados fueron los siguientes: El valor del IDH para el 2013 fue 0,808, posicionando al país, junto con Chile y Cuba, dentro de la categoría de muy alto desarrollo humano y en la posición 49 de los 187 países y territorios considerados. Entre 1980 y 2013, el valor de IDH de Argentina aumentó 0,665 a 0,801, un incremento de 21, 5 por ciento. En términos anuales, representa un aumento de alrededor del 0,59 por ciento. Entre 1980 y 2013, la esperanza de Argentina de vida al nacer aumentó 6,8 años; la media de años de escolaridad aumentó en 3,1 años y los años esperados de escolaridad aumentaron en 5,1 años; y el Ingreso Nacional Bruto per cápita de Argentina aumentó en un 47,4 por ciento entre 1980 y 2013 (en valores constantes PPA[2]).
Una novedad del informe es la medición de la cuestión de género, el Índice de Desarrollo de Genero (IDG) muestra la pérdida en desarrollo humano debido a la desigualdad entre los logros femeninos y masculinos. En el informe, la Argentina tiene un valor de IDG de 0,381 ocupando el puesto 74 de los 149 países considerados en el Índice 2013. En Argentina, el 37,7 por ciento de los escaños parlamentarios están ocupados por mujeres, y el 57 por ciento de las mujeres adultas han alcanzado un nivel secundario o superior de educación en comparación con el 54,9 por ciento de los hombres.
Entonces, mientras la desigualdad de ingresos ha aumentado en varias regiones, en América Latina y el Caribe ha disminuido, en parte debido a la expansión de la educación y las transferencias públicas a los pobres. En la región también se ha ido cerrando la brecha en las desigualdades en salud. Y para el caso argentino el IDH corrobora los avances en lo económico-social, acompañado de un IDG según el cual las mujeres tiene un nivel de educación superior al de los hombres; lo anterior se explica por la regulación y planificación estatal, aun sin ser el principal país receptor de inversión extranjera directa -entre 2002 y 2014 Argentina ocupó el cuarto lugar. Lo que demuestra que la economía nacional pudo desarrollarse con casi nulo endeudamiento externo y bajos niveles de inversión extranjera directa.