Por: Ernesto Mattos
En distintos medios se asocia al déficit fiscal del Gobierno con un problema serio y que puede generar situaciones de crisis económica, una de ella es la inflación. Hagamos un ejercicio comparativo para repensar esta situación y preguntémonos lo siguiente: ¿Cómo evolucionó el superávit-déficit del Gobierno? ¿Y si planteemos un paralelismo para comparar las situaciones utilizando dos variables: déficit-superávit del Gobierno y desempleo?
Si el déficit tiene relación con el nivel de inflación, como tantos economistas o periodistas indican, utilicemos el caso de la Unión Europea para pensar este postulado cuasiuniversal.
Los datos del informe del Centro de Investigación y Gestión de la Economía Solidaria (CIGES), Déficit en Argentina y la Unión Europea 2014 y del Centro de Estudios Económicos y Sociales (CESO) Scalabrini Ortiz, Coyuntura mensual junio/15, contribuyen a evidenciar un persistente déficit del Gobierno que ha influido poco en los niveles de inflación de la Unión Europea. Hasta la crisis del 2008, el déficit fiscal no superó el promedio del -3,5 %, la tasa de inflación fue del promedio 2,3 %, sin grandes alteraciones. En el año emblemático del 2008 la tasa de inflación anual alcanzó los 3,7 %.
El déficit fiscal en porcentajes del PIB, entre 2009 y 2013, fue del -7 % y -4 %, pero ante este amplio déficit la tasa de inflación anual no se disparó. No obstante, no podemos dejar de observar que entre 2008 y 2009 la reducción de la tasa de inflación cayó del 3,7 % (2008) al 1 % (2009). En paralelo, el déficit fiscal (% del PIB) creció a su máximo histórico del -7 %. Entonces, a mayor déficit del Gobierno -en la UE- le sigue un período de desaceleración de los precios o, dicho de otra forma, deflación, lo cual pone en cuestionamiento la cuasicientífica frase: maquinita, déficit e inflación.
Si uno continúa e insiste con el postulado de déficit-inflación, entre 2009-2012 la reducción del déficit fiscal tendría que haber influido en la reducción de la tasa anual de inflación. ¿Se redujo? No, es más, pasó del 1 % al 2,6 %. Como resultado de este proceso de altas tasas de inflación y déficit fiscal estable, la tasa de desempleo fue del 12,1 % en 2013 (E-19).
Los principales países de la Unión Europea han experimentado fuertes procesos deficitarios (medido como porcentaje del PIB). Tanto Alemania, Grecia, España, Francia, Holanda como Reino Unido, a partir del 2009 profundizaron sus déficit a un promedio del -7,5 % como porcentaje del PIB. Las tres economías críticas son Reino Unido, Grecia y España. Aunque haya una reducción del déficit fiscal, los niveles de desempleo siguen siendo crecientes, como lo expresan los países.
El caso argentino plantea un panorama que sirve para comparar, en el período 2003-2012 hubo un superávit (promedio) del 2 % como porcentaje del PIB. El superávit fiscal se mantuvo entre 2003 y 2010; recién en los años 2011, 2012 y 2013 se pasó un déficit fiscal del -2,59 %, -2,18 % y -1,77 % del PIB, respectivamente. En este contexto hubo una reducción del déficit del Gobierno y los niveles de precios se mantuvieron estables y no descendieron, como sí viene ocurriendo durante este 2015.
Los datos que presentan los medios de comunicación y ciertos sectores políticos están en millones de pesos. La realidad es que lo medimos como porcentaje del PIB, para poder compararlo con otros países. Otro detalle es que en la zona europea es aceptable un déficit del 3 % del PIB; este dato confirmaría que estamos dentro de los estándares internacionales, no así los casos de Francia o Inglaterra.
Además, la contracara de la economía argentina es que mantuvo una tasa de desocupación del 7 %, mientras que la zona europea alcanza el 11,1 % en 2015.
En síntesis, podríamos decir que la inflación no tiene relación con el déficit fiscal o la maquinita, ni acá ni en Europa. La explicación de la inflación debe buscarse en otras teorías y en los nuevos aportes sobre cuáles son las causas de la inflación en una economía periférica y con una estructura productiva diferente. Para el caso argentino, podemos decir que los niveles de déficit fiscal en porcentaje del PIB están dentro de los estándares internacionales que estipula la Unión Europea. Este déficit fiscal en el caso argentino, a partir del 2009, estuvo sustentado por una política macroeconómica de desendeudamiento; en el período a partir de 2011, las obligaciones externas fueron las más altas; entre 2011-2015, una recuperación de las reservas a niveles récord y una tasa de desocupación de alrededor del 7 %. Esto fue posible en tanto el Estado logró reactivar la economía en dos momentos, uno interno en el 2001 y en el contexto internacional a partir del 2008.
No se puede decir abiertamente que la inversión social que ha realizado el Estado sea la variable de ajuste ante una desaceleración económica. Cuando el consumo privado, entre 2008-2015, pasó del 66 % al 73 % del PIB, sostuvo la demanda agregada y evitó los fuertes efectos del contexto internacional. Un punto frágil es la transferencia de recursos al exterior durante el período 2008 y 2015, que ante un consumo creciente exista un retroceso en la inversión, que alcanza niveles del 20 % del PIB, cuando en el período 2003 y 2008 fue de un 25 %. Por ello, fue clave en el período posterior al 2008 la inversión social y pública para mantener los niveles de ingresos, bajas tasas de desocupación y distribución del ingreso, como se viene haciendo desde el año 2003.