Por: Esteban Paulón
Conocí a Pedro Zerolo una tarde de domingo de algún septiembre, en Buenos Aires. Bruno Bimbi nos había comentado que él estaba de visita en el país, difundiendo el logro de matrimonio igualitario en España. Y nosotros aquí ya habíamos comenzado desde la FALGBT la campaña que varios años más tarde nos permitiría aprobar la ley de Igualdad, pero aún no lo conocíamos personalmente.
En el hall de aquel hotel de Corrientes y Reconquista había varios medios de prensa, el inseparable Miguel Àngel Fernández –su estecho colaborador y compañero de infatigables luchas– referentes del PSOE en Buenos Aires (presencia obligada para un socialista internacionalista como él) y organizaciones sociales de diverso tipo. Entré, me senté entre el público –que había improvisado un pequeño auditorio– y comencé a escucharlo.
Alegre, valiente, convincente, seductor, irradiaba una energía muy especial. Escucharlo contar cómo se había aprobado la ley de Matrimonio Igualitario en España nos ayudaba a pensar que aquí también era posible. Y escucharlo relatar apasionadamente por qué el socialismo estaba llamado a impulsarlo, conmovía.
No sabía como presentarme, así que hice lo obvio. Levanté la mano con la excusa de una pregunta cualquiera y le dije “Mi nombre es Esteban Paulón, soy militante del Partido Socialista en Argentina y participo en la FALGBT”. Pedro respondió mi pregunta y siguió mostrándonos su visión sobre el futuro de igualdad que veía para toda América Latina, y cómo Argentina tenía que liderar ese proceso.
“La igualdad va a llegar de todos modos. La decisión es estar entre los primeros, o estar entre los últimos” repetía.
Cuando terminó su presentación se paró y se acercó a mi, me saludo con sus clásicos dos besos y me dijo “Oye, no sabía que en Argentina existía un Partido Socialista, siempre pensé que el socialismo aquí era el Partido Radical.”
Enorme herida narcicista la mía… ¿Cómo que no sabía que en Argentina había un Partido Socialista? Y que ese partido ya contaba con grupos para trabajar la igualdad LGBT? Y así nos conocimos.
Rápidamente lo invité a una reunión con la entonces diputada nacional Silvia Augsburger que nos recibió a los dos días en la Cámara de Diputados junto a dos entrañables compañeras socialistas Julia Martino y Clori Yelicic. También las deslumbró y sedujo. Y nos pusimos a trabajar por más igualdad.
Desde ese momento forjamos una amistad hermosa. Fue colaborador activo de la FALGBT –recuerdo una tarde lluviosa en el despacho de Augsburger con él y junto a María Rachid, Marcela Romero y Mariana Casas trabajando en el proyecto de identidad de género– y del movimiento LGBT en toda América Latina.
O su visita a Rosario, donde lo declaramos visitante distinguido en el Concejo Municipal de la ciudad en un viaje relámpago sólo posible por sus ganas de ser parte de todo cambio en favor de la diversidad sexual.Pedro y Jesus
Tengo fresca esa reunión de noviembre de 2009 cuando desde la FALGBT impulsamos el primer debate parlamentario de Comisiones por la ley de la Igualdad y Pedro nos acompañó (llegó en esa ocasión junto a su esposo y a Toni Poveda, entonces Presidente de la FELGTB). Ante un auditorio repleto de activistas anti derecho –que blandían carteles con la leyenda “los niños necesitan papá y mamá” o “no al gaymonio – se presentó, con esa calidez que siempre irradiaba, diciendo “Buenos días, me llamo Pedro Zerolo y estoy casado con Jesús”.
El estupor de la audiencia anti-derechos se fundió con nuestro aplauso que en un estallido espontáneo, inundó la sala. Pero más alla de todo, Pedro tenía razón. Al fin y al cabo estaba casado con Jesús, su esposo legal.
Siempre presente en las conquistas que protagonizamos estos años viajó desde Madrid sólo para acompañarnos esa helada madrugada porteña en que se aprobó la ley de Matrimonio Igualitario. O el viaje relámpago a Montevideo para participar en el debate en el Congreso junto al colectivo Ovejas Negras y el Tati Sabini pocos meses antes de aprobarse la ley.
Incluso en nuestro último encuentro, que fue hace pocos meses, sólo hablaba de la visita urgente que tenía que hacer a América Latina para profundizar la ola igualitaria que se esparce por nuestro continente. Su querida Venezuela y Ecuador lo desvelaban. Seguramente se habrá ido con un gran dolor de ver que la “izquierda beata latinoamericana” no comprendió aún que, como repetía vehementemente en todos sus discursos, el “socialismo y la igualdad van de la mano” y que “no se puede ser de izquierdas y homo/lesbo/transfobo”.
Agradezco a la militancia LGBT y al socialismo haber conocido a alguien tan apasionado y valiente como Pedro Zerolo. Alguien que se le paró firme al cáncer y aguantó hasta donde dieron sus fuerzas, que eran enormes.
Para finalizar le voy a robar una frase a Claudia Castrosín, la vicepresidenta de la FALGBT, que en la mañana de ayer, impactada por la noticia, me dijo: “Supongo que hubieramos iniciado el camino hacia el matrimonio igualitario de todas maneras, pero qué lindo fue haberlo hecho con él y con la alegría que genera una persona feliz, luchadora y libre”.
¡Hasta siempre, Pedro querido! Y gracias por ayudarnos a soñar que un mundo más justo siempre es posible.