El ascenso de la izquierda

Gabriel Solano

Después de casi millón de votos conquistado en las PASO de agosto la izquierda ha profundizado su ciclo ascendente. Las elecciones universitarias que acaban de realizarse en la principal universidad del país -la UBA-, en la que votaron más de 100.000 estudiantes, son un testimonio claro en ese sentido. Ya sea a través de las listas presentadas por el PO, u otras en la que participamos con otras fuerzas de izquierda, hemos obtenido triunfos muy importantes en la mayoría de los centros de estudiantes y votaciones crecientes en aquellas facultades donde aún no obtuvimos el primer lugar. Incluso en las elecciones de los Consejos Directivos, que son obligatorias y por lo tanto se incrementa el caudal de votantes, también se ha verificado un gran crecimiento.

Como botón de muestra citamos acá el triunfo de nuestra lista en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, por ser ésta el escenario de una lucha estratégica en torno a la cuestión de los medios de comunicación en general y a la Ley de Medios en particular. Las camarillas kirchneristas que manejan “Comunicación” son las que han elaborado la Ley de marras, convertida en uno de los principales caballitos de batalla del oficialismo. Esta gente no se privaba de calificarnos como “funcionales a Clarín” por nuestra oposición a la política de copamiento de los medios por el oficialismo.

El triunfo logrado en la elección no sólo zanja una lucha estratégica sino que supone una derrota en lo que se consideraba un bastión inexpugnable del oficialismo. En la misma línea debe leerse nuestro triunfo en la Facultad de Ciencias Exactas, en la que el kirchnerismo había “invertido mucho” cooptando a toda la camarilla profesoral para el nuevo Ministerio de Ciencia y Técnica. Nuestra impugnación sistemática de la orientación privatizadora (despidos en el Conicet, miles de estudiantes investigando ad honorem, posgrados pagos al servicio de las empresas, etcétera) no sólo relegó a los K a una posición marginal sino que desplazó de la conducción del Centro a la agrupación de Marea Popular que presentaba a la política científica “como parte de lo bueno del gobierno”.

Otro hecho que marca el ciclo ascendente de la izquierda fue la gran elección de la Lista Naranja en el Sindicato Argentino de Músicos (Sadem). La burocracia de cuño kirchnerista que maneja el sindicato apeló al macartismo contra el PO pero, como lo prueban los resultados, el tiro le salió por la culata. El 40% de los votos obtenidos por la lista encabezada por nuestro compañero “Pecho”, de Las Manos de Filippi, quien es también candidato a legislador por la Ciudad del FIT, prueba que los enormes recursos volcados por el gobierno para cooptar al movimiento artístico no han dado resultados. En su etapa de descomposición, el PO y la izquierda ganan influencia en el movimiento de la cultura, que ocupa un lugar muy sensible por su capacidad de influir en bastos sectores sociales a través de sus opiniones y sus creaciones artísticas.

En la cuenta de los “ascensos de la izquierda” posteriores a las PASO debe anotarse también la gran elección realizada por la lista antiburocrática en la CTERA. La lista fue encabezada nada y más nada menos que por el secretario general de ATEN (sindicato docente de Neuquén), que viene de protagonizar una gran huelga general contra el pacto YPF-Chevrón. La elección, a pesar del fraude, permitió confirmar los triunfos en todos los gremios docentes conquistados en el último período.

Disgregación del kirchnerismo

El ascenso de la izquierda adquiere su contenido estratégico concreto cuando se lo compara con la acelerada disgregación del kirchnerismo. Integrados en el análisis ambos fenómenos podemos concluir que el kirchnerismo está haciendo agua en lo que era su fuerte, a saber, proceder mediante la cooptación y la demagogia a controlar al movimiento popular. La función política que la clase capitalista les asigna a gobiernos como el kirchnerista es justamente ejercer ese control y, en términos políticos más generales, bloquear el ascenso de la izquierda. Sólo por ese motivo la clase capitalista tolera, incluso, el “destrato” que sufre a veces del gobierno, porque entiende que sólo así puede competir con la izquierda por la dirección del movimiento popular. Pero cuando esa función ya no la puede cumplir es que ha perdido su razón de ser.

La disgregación del kirchnerismo está tomando la forma de una descomposición. Su candidato en la provincia de Buenos Aires ha salido a pedir “mano dura” y la lacra de los Barones del Conurbano han hecho relucir sus tendencias fascistizantes. La diferencia entre los Curto y Granados con un Luis Patti sólo es observable con lupa. El pedido para que se reduzca a 14 años la edad de inimputabilidad representa un giro desesperado en la campaña oficial, ante la derrota aplastante que avizoran ellos en octubre. Las voces dentro del kirchnerismo que se oponen a este cambio no responden a una cuestión de principios, sino que son la expresión de una guerra de camarillas para ver quién paga las cuentas de la derrota.

El trasfondo de este descomposición del kirchnerismo es el agotamiento del llamado “modelo productivo” que se derrumba bajo el impacto de la inflación que ronda el 30%, el endeudamiento creciente que abre las puertas a un default, un vaciamiento energético que obliga a importar consumiendo miles de millones de dólares y una crisis fiscal producida por el intento de rescate a las privatizadas de los 90. Todo esto en un cuadro de deterioro de las condiciones de vida del pueblo trabajador y de los sectores medios.

La disgregación no se limita al oficialismo sino que abarca al conjunto del régimen político y sus partidos. En la presentación electoral para la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires todas las fuerzas apelaron a recién llegados o offside de la política para encabezar sus listas. De manera general la experiencia constitucional ininterrumpida de 1983 a la fecha permitió agotar una experiencia de las masas con los partidos tradicionales, que se encuentran en franco proceso de descomposición y con sus bases girando hacia la izquierda.

Transición

El agotamiento del kirchnerismo abrió un proceso de transición política que adquiere un sentido progresivo con el ascenso de la izquierda que se verificó el 11 de agosto y con los triunfos posteriores a esa fecha que se vivieron en el movimiento de la juventud, de la cultura y en la docencia. Es falso, por lo tanto, que las alternativas en disputa sean el kirchnerismo o la derecha, como lo presentan de forma interesada los propagandistas del oficialismo. La “derecha agazapada” está dentro del kirchnerismo, preparada a salir cuando el barco se hunda definitivamente. La campaña electoral del Frente de Izquierda avanza sobre estas premisas. El ascenso de la izquierda se ha transformado en una tendencia que nos proponemos desarrollar mediante una campaña de agitación y organización muy intensa, buscando interesar antes que a nadie a la base popular del kirchnerismo. Prepararemos sobre esta base una gran elección en octubre y el ingreso de la izquierda al Congreso y a las Legislaturas.