Por: Gustavo Gorriz
Partimos de la más absoluta presunción de inocencia hasta que las autoridades responsables, con su debido proceso, indiquen legalmente lo contrario. No sería la primera vez que aparece un muerto en un placar y el muerto termina siendo finalmente de otro. Sin embargo, deja estupefacto ver cómo de un banco nacional y a plena luz del día se llevan 14 millones de pesos en oscuros bolsos y a una sola semana del cambio de Gobierno nacional. El rumbo que tomó ese dinero es desconocido hasta hoy. Eso en un país en el que para comprar 501 dólares hay que pasar por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), en un país en el que cualquier cuenta miserable puede estar sospechada hasta por la sucursal de cualquier banco. De esta insólita situación, esperamos con fervor las explicaciones pertinentes del gerente del banco, de la cooperativa, del Gobierno provincial y, por supuesto, de la Justicia.
Lo visto es sólo un ejemplo de mil conductas que, cuando menos, invitan a la suspicacia. En ese clima enrarecido por la detención de Milagro Sala y un sinfín de acusaciones cruzadas, un rosario le fue entregado a la dirigente social en nombre del papa Francisco. Ante la controversia generalizada y extendida en todas las redes sociales, monseñor Víctor Fernández publicó una nota replicada por todos los medios en la que interpreta las razones de este acto. Cualquier conocedor moderado de la temática religiosa sabe que monseñor Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina (UCA), es una personalidad clave de la Iglesia, a quien Francisco recurre asiduamente para poner en palabra su pensamiento. Este reconocido teólogo e intelectual de fuste no duda en escribir: “Al Papa nadie le marca la cancha”, y añade muchos conceptos, entre los que explica a cuántos condenados en el mundo Su Santidad le entregó un rosario como gesto para la oración y como instrumento de conversión.
Me permito, con cuidado e infinito respeto, hacer unas breves observaciones. Francisco es una de las personas más poderosas del mundo, se lo ha ganado independientemente de su designación como jefe de la Iglesia Católica. Hay personas que son sólo el cargo que ostentan y punto. Él superó el cargo y ejerce influencia sobre toda la comunidad mundial, y se ha erigido como un líder espiritual mucho más allá de lo religioso. Mi respeto es muy profundo por su labor pastoral y política; tengo además un natural orgullo de que sea argentino. Mucho hemos escrito antes sobre el Papa como para poder asegurar esto sin que quepa duda alguna. También hemos trabajado con la UCA y conocemos y respetamos a monseñor Fernández y valoramos sus superiores cualidades.
Creo que esto es lo que me permite disentir de su punto de vista, en cuanto al significativo valor simbólico del envío del mencionado rosario y a la influencia que esa acción tiene o puede tener sobre las autoridades que deben determinar las responsabilidades penales de la dirigente.
A nadie se le puede escapar la tensión que se vive en todo el país y en Jujuy en particular con este tema, que incluye cortes de ruta y de accesos a la propia ciudad de Buenos Aires y una intensa dialéctica entre las partes enfrentadas sin remedio. Con la sensibilidad a flor de piel, es casi imposible desconocer el valor simbólico que tiene este gesto. Nuestra Iglesia, con más de dos mil años sobre sus espaldas, es quien justamente entiende como nadie el idioma de los gestos. Quizás Francisco, en su infinita sabiduría, lo entienda, pero muchos mortales comunes, entre los que me encuentro, quedaron desorientados ante él.
Dicho lo dicho, mucho más allá de cualquier consideración sobre la señora Milagro Sala, dirigente controversial como pocas, pero infinitamente inocente hasta que se la condene, si así lo mereciere.