Por: Iván Petrella
El memorando firmado con Irán para aclarar el atentado a la AMIA culmina un largo proceso de contactos oficiosos iniciados poco tiempo después del atentado. Sin ignorar las justificadas pasiones y preocupaciones que suscita, cabe resaltar cuatro puntos preliminares.
Primero, la importancia estratégica que tiene el dominio de la tecnología nuclear de uso pacífico, volcada al diseño y exportación de reactores, para nuestro país. En un momento en que la Argentina ha cedido espacios en casi todos los ámbitos de política exterior donde ha sabido tener gravitación, gracias a ese dominio mantiene un rol importante en cualquier discusión sobre no-proliferación y desarme, puntos centrales de las preocupaciones de los principales países.
Segundo, Irán no desconoce esta realidad. No sorprende entonces que desde el atentado de 1994 cada vez que Argentina estuvo por ingresar al Consejo de Seguridad se haya mostrado más proclive al dialogo. Este memorando se produce cuando nuevamente nuestro país ingresa al Consejo.
Tercero, Irán es un estado que está violando el régimen internacional de no proliferación y cuyo presidente ha negado en reiteradamente el Holocausto y el derecho del Estado de Israel a existir. Por eso, la difusión del acuerdo justo el 27 de enero, Día Internacional de Conmemoración de las víctimas del Holocausto, no parece un hecho feliz. Tampoco se puede permitir que el acuerdo ponga en duda los lazos históricos de amistad que nos unen con Israel ni haga que este país considere en peligro su seguridad. De allí que las inquietudes de Israel en obtener por la vía diplomática normal las explicaciones sobre el alcance del acuerdo parecen razonables entre países amigos y por tal motivo no deberían haber motivado la dura respuesta de nuestra Cancillería.
Cuarto, el programa nuclear iraní será seguramente uno de los temas más candentes del Consejo de Seguridad con la Argentina como miembro. Es imprescindible que la discusión bilateral con Irán no influya sobre nuestras posturas sobre la no proliferación, la instrumentación de las sanciones ya vigentes sobre Irán y al conflicto del Medio Oriente, cuestión de interés primordial en la renovada agenda de Obama y de Occidente en su totalidad.
Finalmente, conforme a Naciones Unidos el terrorismo es un crimen que viola los derechos humanos y pone en peligro la paz mundial. Su combate es parte de la actividad de dicho organismo y de las conversaciones entre los principales actores globales. Este es otro muy delicado a tener en cuenta cuando se encaran discusiones formales con un Estado enemistado que estaría fomentando el terrorismo.
De ser el acuerdo aprobado por el Congreso, se lanzará un proceso que durará años y que probablemente le tocará a otro gobierno atender.