Por: Jorge Rizzo
En una extraña sesión, el Consejo de la Magistratura dejó fuera de la subrogancia en la Cámara de Casación al también consejero de ese cuerpo Luis Cabral.
Decimos extraña porque el tema no había sido tratado en la Comisión de Labor, ni tampoco estaba previsto en la orden del día del Consejo; léase, fue introducido casi por la ventana por el bloque K, incluido dentro del bloque su presidente (a quien ya no se le puede llamar aliada, sino un elemento más de dicha unidad política), la jueza Gabriela Vázquez.
Dentro de las rarezas del plenario estuvo la paradoja de que los consejeros Gustavo Valdez y Ángel Rozas (UCR) no se encontraban en sus asientos; el primero por un oportuno retraso de la partida de su avión y el ex presidente del partido, en misión oficial en representación del Gobierno junto al canciller Héctor Timerman.
De la simple y apresurada lectura de la situación daría la impresión de que la ausencia radical se trató de una mera casualidad y una “avivada K” para sacar del medio a un supuesto enemigo como Cabral, quien tendría a su estudio entre otros temas el memorándum con Irán y Hotesur.
Sin perjuicio de ello, es menester adentrarse en las carpetas del juez, ya que también aparece la olvidada causa de coimas en el Senado, conocida como Banelco, en la que quedan aún involucrados varios de los funcionarios del Gobierno radical que encabezó De la Rúa.
Todo esto hace suponer que podría existir un pacto entre radicales y K con el objetivo de remover a Cabral y suplirlo con un subrogante afín y complaciente con la peor de todas las corporaciones: la política, que una vez más estaría estrechándose las manos para enjuagar sus pecados. (La vinculación K-UCR en Justicia es de larga data; recordemos que dentro de las versiones que circularon este año figuraba la que, de producirse dos vacantes en la Corte, una sería para un representante del Gobierno y la restante para un radical, Mónica Pinto o Ricardo Gil Lavedra, este último gran colaborador de los K en las redacciones del Código Civil, el Procesal Penal y el proyecto del Penal.)
Finalmente, es llamativo el apartamiento de Cabral cuando aún suenan los azotes sobre el decano de la Corte, Carlos Fayt. En efecto, en Tribunales es un secreto a voces la especulación sobre la negociación de la silla de jurista por un altísimo miembro, sobre quien hoy también recaen sospechas sobre una supuesta entrega de la cabeza de Cabral en una negociación con el Gobierno.
Cabral retirado, Fayt perseguido y la Corte en silencio, no se atrevió a hacer declaraciones ante un pedido de Elisa Carrió para que se expida sobre la persecución a Fayt. Hubo una mera contestación elusiva, ni siquiera firmada por ministros, sino por un secretario, accionar opuesto al de la propia Corte y la dura respuesta cuando el comportamiento impositivo de su presidente y sus hijos era estudiado por AFIP.
Algo huele a podrido en el Consejo de la Magistratura y la Corte. Algo huele a podrido en Tribunales.