Por: José Luis Orihuela
La conectividad a internet primero cambió las funciones de las computadoras, posteriormente transformó los celulares y ahora está a punto de revolucionar el mundo de la televisión.
El televisor conectado (smart TV) imprime otra vuelta de tuerca al irreversible proceso de hiperconectividad al que se ven sometidos todos los dispositivos que contienen chips.
La llamada internet de las cosas no solo emerge como un espacio virtual de máquinas conectadas entre sí y con sus usuarios, sino también como un nuevo modo de percibir el mundo e interactuar con la realidad.
La red internet es, al mismo tiempo, una trituradora de intermediarios y una generadora de nuevas intermediaciones, y la televisión, como plataforma (canales), industria (productoras) y dispositivo (televisores) es otro sistema de intermediación al que la era digital pone en jaque.
Un televisor conectado cambia la relación entre los televidentes (convertidos en usuarios) y los contenidos audiovisuales (que circulan también fuera de los canales) , además trae a escena la conversación y la prescripción acerca de los programas originada en las redes sociales.
Nuestros amigos en las redes ya son un importante filtro social de noticias y recomendaciones de compra, y van camino de convertirse también en los nuevos intermediarios del consumo audiovisual.
El futuro de la televisión, contra todos los pronósticos, no pasa tanto por la alta definición como por su conversión en una máquina más inteligente, más social y realmente gobernada por sus usuarios.