Por: José Luis Orihuela
Si es verdad que siempre se regresa al primer amor, algún día tendré que volver a la radio.
La celebración del Día Mundial de la Radio es una buena ocasión para homenajear a “un medio desconocido”, tal como lo recoge el título del primer manual académico sobre la radio publicado por el especialista Ángel Faus en 1981.
Cuando se estudia el impacto de internet sobre los medios de comunicación, el foco del análisis suele recaer en los medios impresos, más que en los medios audiovisuales, y de entre los audiovisuales, más en el cine y en la televisión que en la radio.
La red convirtió a las computadoras, teléfonos y tabletas en receptores de radio, al mismo tiempo que disolvió las diferencias entre una pequeña radio universitaria y un gran servicio exterior de radiodifusión: toda la radio se hizo global.
Los sitios web de las emisoras acercaron los rostros de los locutores a sus audiencias, volvieron a convertir las palabras dichas en textos escritos y acabaron con la naturaleza efímera de lo radiofónico gracias a la capacidad de almacenamiento de lo digital.
El correo postal o el llamado telefónico dejaron paso a los muros de Facebook de los programas y a las cuentas de Twitter de los locutores como espacios para la interacción con las audiencias. La radio, que siempre fue un medio cálido y cercano, se hizo también social y coloquial.
Hoy es un buen día para decirle a este querido medio aquella frase favorita del radiofónico doctor Frasier Crane: “te escucho”.