Por: José Luis Orihuela
El debate acerca del futuro de los medios en un escenario de crisis económica y de transformaciones tecnológicas debería escapar tanto de los discursos economicistas como de los tecnocráticos.
1. El impacto de las innovaciones en tecnologías de la comunicación sobre los medios es un proceso permanente que se viene produciendo desde la introducción de la imprenta de Gutenberg en el siglo XV. La novedad radical, en este sentido, consiste en la aceleración de ese proceso y la consecuente dificultad para asimilar los cambios.
2. El escenario de la comunicación pública vigente desde la popularización de internet a mediados de los años noventa (caracterizado por la emergencia de nuevos actores, la desintermediación, la bidireccionalidad y la hiperconectividad) es irreversible. Aunque nadie puede saber cómo será el futuro, podemos tener la certeza de que no hay vuelta atrás al modelo de comunicación analógico del pasado (caracterizado por los oligopolios, la intermediación, la unidireccionalidad y la conectividad asimétrica).
3. Hay que distinguir entre el futuro de los medios (las tradicionales empresas de comunicación de masas) y el futuro del periodismo (como profesión y función social). Tampoco aquí, hay certezas acerca del futuro empresarial, pero sí acerca de la necesidad del periodismo como sistema de control del poder connatural a las democracias (entre otras funciones).
4. Hay que apostar por la especialización para que el periodismo pueda distinguirse y competir en un entorno caracterizado por la indiscriminación del acceso a las plataformas de comunicación pública facilitado por la red. Si todo el mundo puede opinar acerca de cualquier tema en cualquier plataforma pública, entonces las marcas periodísticas (empresariales y personales) tienen que diferenciarse por la excelencia de sus contenidos.