Por: José Luis Orihuela
El boom de las redes sociales combinado con la crisis económica ha conducido a un creciente interés por la construcción de la identidad digital.
La visibilidad de la marca personal en los medios sociales contribuye a mejorar las oportunidades profesionales, a condición de que la presencia en las redes aporte valor y diferenciación.
Cuando los antiguos alumnos me consultan acerca de cómo plantear su estrategia digital, mis recomendaciones básicas son dos: establecer una landing page profesional en un dominio propio, en un portal de perfiles como about.me o en LinkedIn, y generar contenidos temáticos (no sólo autobiográficos) de calidad y de manera regular en una plataforma que les resulte amigable (un blog, un microblog o una red social generalista).
Publicar de manera regular contenidos que aporten valor en el sector al que se aspira a entrar se traduce en mejor reputación, mayor visibilidad y algo muy importante que no suele valorarse: presencia digital.
La marca personal, como ocurre con las marcas comerciales, también compite por el top of mind: en quién pensará primero un empleador o un socio que esté buscando a alguien que tenga tu perfil.
Además de aportar valor, la otra condición para el éxito de las marcas personales en la red es la diferenciación. Cuando hay muchos candidatos con perfiles similares escribiendo del mismo modo sobre los mismos temas, aunque los contenidos sean de calidad, acaban produciendo saturación.
Para diferenciarse hay que innovar en los temas, en los estilos, en los recursos y en las fuentes: si todos los candidatos del sector asisten a los mismos eventos, leen los mismos libros y siguen a los mismos medios, es difícil que puedan decir o hacer algo que sea diferente.