Por: Luis Gasulla
No es un error. El padre Juan Carlos Molina, flamante titular de la Sedronar, es más kirchnerista que sacerdote. Su fanatismo por el proyecto político, más que en Dios, lo demuestra en sus mensajes vía Twitter y en su trayectoria. Su designación va de la mano del avance del jefe de gabinete, Jorge Capitanich, en la toma de las decisiones más trascendentes del gobierno nacional como así también de Alicia Kirchner. ¿Por qué?
Viejos conocidos
El “kirchnerista-cura” suele estar en el momento justo y en el lugar indicado. Según OPI Santa Cruz, Juan Carlos Molina estaba presente en el restaurante Rocco la tarde del 2007 en que a la hermana del ex presidente Néstor Kirchner fue escrachada por docentes que le arrojaron harina, huevos y le tiraron del pelo. En aquel entonces, su hija, Romina Mercado, pidió que se destituya del cargo de conjuez a Dino Zaffrani basándose en el testimonio de su hermana, Natalia, quien estaba presente junto con Molina en el momento en que Alicia la pasaba mal. Al conjuez lo acusaban de haber sido uno de los instigadores del escrache. Zaffrani argumentaba que estaba presente como abogado de Ibáñez, uno de los empleados municipales reprimidos por la policía, y que se había acercado al restaurante a recordarle a la ministra que la crisis era producto de las políticas sociales tomadas por su hermano presidente. Natalia Mercado es fiscal de la provincia y ha intervenido en investigaciones judiciales contra su propia familia. Molina trabajaba como asesor ad honorem del Ministerio de Desarrollo Social, brazo político desde el que se financian organizaciones sociales como Kolina, liderado por la propia Alicia Kirchner, y una de las agrupaciones más importantes de Unidos y Organizados como también de la Fundación “Pibes de la Patagonia” del propio Molina. Uno de los 42 maestros que se desempeñaban en esa fundación era el hermano del “kirchnerista-cura”, Marcos. La fundación recibía importantes aportes de YPF en tiempos en que la familia Eskenazi y los españoles de Repsol eran grandes amigos del gobierno nacional.
El tiempo pasó y otra fundación floreció de la mano de Molina. La Fundación Valdocco comenzó a trabajar con los necesitados de Santa Cruz y del norte argentino, específicamente del Chaco. Gracias a los contactos políticos con el gobernador en licencia, Jorge Capitanich, Molina desembarcó en El Impenetrable chaqueño y en Puerto Bermejo para crear dos hogares, uno de ellos para jóvenes adictos a las drogas. Molina acompañó al gobernador con sus hijas a Panamá a fines del 2012 en un polémico vuelo en una supuesta visita oficial a Haití, país en que la fundación de Molina también presta ayuda humanitaria. Sin embargo, la ex mujer de Capitanich, la diputada Sandra Mendoza, había denunciado en las redes sociales que su ex marido se había llevado de vacaciones a sus dos hijas sin su autorización.
La designación de Molina no es casual. Los primeros gobernadores atendidos por Capitanich, designado tras la derrota electoral, fueron los del norte argentino que más votos habían perdido entre el 2011 y el 2013. El diputado ultra K Carlos Kunkel días después reconoció que se habían perdido un millón de votos que habían migrado hacia partidos de izquierda. La decisión política es recuperar ese apoyo perdido mejorando la “ayuda social”, entendido como clientelismo político. Molina, como la flamante ministra de Seguridad, Cecilia Rodríguez, también pasó por el despacho de Alicia y del número 2 del ministerio, Sergio Berni. La experta en atención de emergencias y ex secretaria de coordinación militar de Asistencia en Emergencias también trabajó durante las últimas y trágicas inundaciones en la ciudad de La Plata organizando la ayuda social, muy criticada por los vecinos. No es casual su designación. Rodríguez y Molina tocan la misma sinfonía. Sin embargo, la crisis social y económica, apremia. Mientras escribo estas líneas, la ruta 11 que atraviesa la provincia de el Chaco estaba cortada por manifestantes de distintos movimientos sociales, en contra y a favor de Capitanich, pidiendo agua, comida, trabajo y viviendas. Luego de la década ganada, las necesidades sociales persisten a pesar de lo que diga el “kirchnerista-cura”.