Por: Luis Gasulla
Las horas siguientes al acto de Cristina Kirchner del pasado lunes en Villa Luro fueron muy duras para los familiares de la tragedia de Once. María Luján Rey sólo atinó a tuitear “PUAJ!”. Elisa Ojeda, tía de Carlos Garbuio, hacía lo imposible para que su hermana Zulma no se enterase del chistecito de la Presidenta. “Se pone muy mal”, dijo.
Otros familiares se preguntaban si la desafortunada frase de CFK (“Rápido, que si no, la próxima formación nos lleva puestos”) había sido adrede o simplemente se había querido hacer la graciosa ante la “militancia”. Más allá de estos dichos, la Presidenta presentó los nuevos vagones de la Línea Sarmiento de ferrocarriles ninguneando, como de costumbre, a las causas de su repentina “política de Estado” en la materia e insistió en que “los que quieran hacerse los valientes que vayan a otro lado” al referirse a los usuarios que abren las puertas de los vagones de un tren.
No es la primera vez que un funcionario del gobierno nacional hace referencia a Lucas Menghini, el hijo de María Luján Rey y Paolo Menghini, sin mencionarlo y justificando su muerte con la lógica de los tiempos dictatoriales: “Por algo será”. La primera de ellas fue la entonces ministra Nilda Garré cuando, pocas horas después del triste hallazgo del cuerpo de Lucas, merced a la insistencia en la búsqueda de sus padres, mencionó que el joven viajaba en un lugar no autorizado. En voz baja, otros funcionarios reprodujeron la desacertada frase e incluso un empleado de la AFIP atacó a su madre en las redes sociales de forma cobarde. Los Menghini no asistieron a Casa Rosada ni se dejaron seducir por la Presidenta de la Nación ni sus ministros.
El humor negro de la Presidenta provocó que, al día siguiente, 22 de julio y mes aniversario de la tragedia, hubiese más periodistas y medios de comunicación cubriendo las palabras de los familiares. “Es muy doloroso que la persona que dirige el país no se haga cargo de lo que sucedió” aseguró Ojeda a este medio. “Los ferrocarriles no eran una política de Estado hasta ese trágico día” -continuó indignada- y “nunca más pudimos volver a subir al Sarmiento, nos tiemblan las piernas”.
Otros familiares hablan de “ensañamiento” por parte de un gobierno que hizo lo imposible por cooptarlos, dividirlos y, tras el fracaso en sus gestiones, ningunearlos. Mientras que la Presidenta olvidó lo que es hacer un acto público sin el respaldo de La Cámpora ni su grupo de cortesanos, los familiares de la tragedia manifiestan sus críticas y reciben apoyo ciudadano en cualquier lugar del país en el que se presenten. “No somos un grupo de golpistas”, sentencia Elisa Ojeda mientras desconfía de las supuestas bondades de los nuevos trenes. Un experto en la materia asegura que no pasará mucho tiempo en que las puertas de los vagones vuelvan a abrirse con el tren en movimiento pues “por un problema de voltaje, los aires acondicionados no dan abasto y en verano se hace imposible viajar con las puertas cerradas”.
El gobierno culpa a los usuarios y a los grafiteros por el estado de los ferrocarriles pero se olvida que los fines de semana las boleterías y el interior de los vagones son tierra de nadie. Allí radica la irresponsabilidad de un Estado ausente. Una colega periodista viaja diariamente en el tren y ha vivido, en carne propia, la desidia que sienten los usuarios del Sarmiento. En los últimos meses le han robado el celular en dos oportunidades. Pero la semana pasada sintió miedo, bronca y asco cuando un hombre comenzó a masturbarse delante suyo. El vagón estaba repleto. Nadie le dijo nada. Los que advirtieron el hecho se alejaron unos centímetros del desaforado pasajero. Por las noches, el panorama es aún peor.
La solidaridad selectiva de la Presidenta provoca que Norma Barrientos no tenga dinero ni para asistir al juicio por la tragedia de Once en Comodoro Py ni para comer diariamente. En cambio, la hija de una de las víctimas fatales del 22 de febrero del 2012, se alegre de sacarse fotos con las figuras del seleccionado argentino de fútbol. Mariano Recalde, personalmente, gestionó su ingreso a Aerolíneas Argentinas. “Nos alegramos por ella pero no deja de sorprendernos cómo el gobierno se ocupa de unos y ataca a otros” asegura Ojeda. Todo hombre tiene su precio. El problema de Cristina y de su humor es que, a veces, la frase, no se cumple.