Por: Mabel Bianco
La supuesta década ganada podría más bien llamarse “década achatada”, en la cual desde el Gobierno nacional se estimuló un modelo que constantemente nivela hacia abajo en todos los sectores. A través del Indec, el propio Gobierno nacional reconoce que la mitad de los trabajadores asalariados cobra un sueldo aproximado de $ 5000, lo que supera por muy poco al Salario Mínimo Vital y Móvil, que actualmente es de $ 4716. También reconoce el Indec que sólo un 10 % de la población supera los $ 12.000 de ingresos mensuales. Esos trabajadores, ante un escenario de ingresos tan bajos, son considerados por el Gobierno como “pudientes” y les aplican un desproporcionado impuesto al salario. Estos son datos que surgen del último relevamiento sobre distribución del ingreso difundido por el Indec, donde también se consigna que el ingreso familiar no supera en la mayoría de los casos los $ 9000 mensuales.
También las jubilaciones se nivelaron hacia abajo en esta “década achatada”. El 75 % de los jubilados cobra la jubilación mínima, de $ 3.200 pesos. Es decir que 3 de cada 4 jubilados están en el escalón más bajo del ingreso.
Para no ser pobre, en la Capital una familia tipo necesita ingresos de por lo menos $ 9624, según el instituto de estadísticas porteños; y 4.300 pesos para cubrir exclusivamente las necesidades alimentarias. Este es un indicador que coincide con la gran mayoría de las estimaciones que aún se realizan en distritos el interior, y con mediciones privadas. Mientras tanto, el Indec esconde los datos de pobreza e indigencia, que indudablemente no son alentadores.
Así vemos que los años de crecimiento a tasas chinas dejan a la mayoría de los argentinos en niveles de ingresos de exclusiva supervivencia. Y el Gobierno hace apología de la pobreza, con proyectos para reconocer supuestos “valores villeros”. Y también periodistas amigos del gobierno que dicen que en las villas se vive dignamente. Por eso no les preocupa que, por ejemplo, la población en villas porteñas haya crecido 156% en los últimos 13 años, pasando de 107.422 habitantes en 2001 a unos 275.000 en 2013. Esto se da porque muchos se vieron obligados a esa mudanza por la disminución de sus ingresos y no por elección libre. La polarización entre ricos y pobres de profundizo en estos años. Así, en contrapartida, mientras crecían las villas crecieron también los countries y barrios privados, donde vive la mayoría de los funcionarios, empresarios amigos y la población que se benefició con el modelo “nacional y popular que ayudo más a sectores medios altos, a pesar del “relato”.
La decadencia en materia educativa también aumento y con un panorama muy desalentador hacia el futuro. Con muy magros resultados en las pruebas Pisa, y con escuelas públicas donde cada vez es más notorio que los chicos concurren a comer más que a capacitarse. Esto es algo que claramente comenzó a gestarse en la década del ’90, pero que, luego de 3 mandatos kirchneristas, en lugar de revertirse se ha profundizado, y lo que es aún peor, naturalizado. La brecha educacional entre pobres y ricos es la consecuencia más difícil que habrá que superar en los años próximos.
La igualdad que dice promover este Gobierno es la de la igualdad en la pobreza para todos, y riqueza para unos pocos. Un Gobierno que se jacta de promover la distribución a través de facilitar la compra de autos, plasmas y celulares, que invierte en el Fútbol para Todos y la propaganda oficial lo que no gasta en mejorar la calidad educativa y la infraestructura educacional, y que desatendió notablemente la vivienda, la salud, la educación.
Esta es la “década achatada” que habrá que superar en el 2016.