Por: Mabel Bianco
Este año, nuevamente, el método de la inscripción on line para las escuelas públicas porteñas inaugurada el año pasado por el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires demostró una vez más su mayor virtud: poner en evidencia la falta de vacantes en las escuelas porteñas. Si bien este año, como era de esperar, el sistema no generó tanto desorden como el año pasado, no pudo disimular que en un año no se hizo nada para solucionar el problema de la grave falta de vacantes en las escuelas públicas de la Ciudad.
¿Qué otra cosa se podía esperar si no se hizo nada para generar las vacantes que el año pasado no hubo? Era, por lo tanto, de imaginar que ante el comienzo del ciclo lectivo tuviéramos el mismo problema que el año pasado. Y no podemos decir que fue por falta de recursos económicos, porque la Argentina y la Ciudad de Buenos Aires en particular, en estos años ha tenido ingresos como hacía décadas no tenía y sin embargo esto no llegó a mejorar la infraestructura escolar ni a hacerla crecer para acompañar el crecimiento demográfico.
Hay alrededor de 5000 chicos en la Ciudad de Buenos Aires sin poder iniciar las clases. La gran mayoría, alrededor de 4000, son niños de nivel preescolar. Y hay aproximadamente otros 1000 sin vacantes en el nivel primario. Estas son las vacantes que faltan conocidas, porque no conocemos todas porque en muchas casos los padres no quisieron perder tiempo y buscaron una solución diferente, ya sea llevando al niño a escuelas privadas de CABA o a escuelas públicas o privadas del Gran Buenos Aires o no los inscribieron, marginándolos de la escolarización.
Estamos hablando de nada menos que de 5.000 chicos que no tienen el lugar que les corresponde en una escuela pública. Esto obligó a los padres a peregrinar por las escuelas buscando donde inscribirlos. Lo más triste es que los que tuvieron éxito encontraron vacantes en escuelas muy lejanas de sus viviendas, en horarios diferentes, extremos, y separando a los hermanos de una misma familia, con todos los inconvenientes que eso genera para los chicos y para los padres. Padres y madres que deben hacer malabares para poder llegar a sus trabajos y cumplir con sus tareas luego de llevar a los niños a la escuela. Y lo mismo a la hora de buscarlos a la salida. Pero especialmente en las familias de menores ingresos, que en general enfrentan mayores dificultades para escolarizar a los hijos, esto los hizo desistir de la inscripción o si la lograron, luego abandonaron la escuela.
El descuido y la desatención de la educación pública es muy grave y preocupante, ya que de la formación de los niños depende la calidad de la sociedad en el futuro próximo y la supervivencia del desarrollo social y económico. Esta desatención del Gobierno de la Ciudad es imperdonable e inexplicable, más aun para alguien que se propone para regir el destino del país. No podemos decir que a nivel nacional se tomó un camino mucho mejor respecto a la educación pública, ya que la falta de cupos en las escuelas es peor en otras provincias, pero esto no exime al Gobierno de la Ciudad de su responsabilidad, especialmente porque es una de las jurisdicciones con mejores recursos económicos.