Macri es cómplice del avance sobre nuestro patrimonio cultural

María José Lubertino

La Secretaría de Cultura de la Ciudad, responsable de la protección patrimonial de la tradicional Confitería Richmond, cedió en competencias al Ministerio de Desarrollo Urbano, bajo el pretexto de reabrir el local. Terminó autorizando otros usos, desvirtuando el sentido de la protección de la confitería Richmond que con tanto empeño y militancia de vecinos/as habíamos logrado proteger.

Entendemos que esto es una avanzada más de los desarrolladores inmobiliarios y del triunfo parcial de la lógica rentística que ha predominado en la gestión de Macri, quienes tienen el deber de defender la protección patrimonial acaban siendo funcionales a la lógica del mercado. 

Creemos que es posible proteger el patrimonio sin hacer concesiones cuando existen suficientes recursos para proteger y preservar estos espacios, que no pueden competir con otro tipo de negocios pero que debemos proteger en función de la historia y cultura de nuestros barrios.

El Gobierno de la Ciudad autoriza por medio de una resolución del Ministerio de Desarrollo Urbano un uso que desvirtúa el concepto original de este bar notable, defendido y protegido por la Legislatura de la Ciudad.

Los ministros Chain y Lombardi son cómplices haciendo lo que planificaban desde un principio, un negocio. Para ello avanzan en depredar el patrimonio, que nosotros/as protegimos con todo el poder de la legislatura y en lugar de acompañar hacen negocios inmobiliarios.

Denuncio que me mandaron negociadores para que acordemos con los desarrolladores urbanos, hasta enviaron un emisario del gobierno de Macri. Le dijimos que nuestra posición es intransigente. Esta confitería pertenece a nuestra identidad como porteños/as, es Patrimonio Cultural de la Ciudad, lo que implica que no se puede modificar el local ni reformar la fachada, ni usarlo para otros fines. Tenemos que defender este espacio que es un bien cultural de todos y todas.

Si no defendemos nuestros bienes culturales, los desarrolladores inmobiliarios terminarán haciendo lo que querían desde un primer momento, guardar un rinconcito de los recuerdos y souvenires de la confitería y entregar el resto del edificio para explotarlo económicamente. Vamos a seguir denunciando esto caiga quien caiga, para que este notable bar porteño sea preservado para las futuras generaciones.