Por: Mariano Carpineti
Terminó el ciclo de vacaciones y todo el mundo regresa con una sola interrogante: qué pasará con el dólar en pleno año eleccionario cuando los cambios políticos que se avecinan no hacen más que elevar el grado de incertidumbre sobre el futuro del mercado cambiario.
Cuando finalizaba 2014 todo el mundo vaticinaba el peor de los escenarios posibles para el mercado cambiario. Durante mucho tiempo el dólar paralelo subió sin control y en ciertos pasajes de tiempo llego a tener una brecha con el dólar oficial superior al 50%.
Con las diversas medidas tomadas por el BCRA a lo largo de las últimas semanas, parece que el mercado paralelo de divisas vuelve a tener una cierta “normalidad”, incluso, parece que no sigue la tendencia del tipo de cambio oficial. La brecha entre los dos tempos de cambio se sitúa hoy en un 40 % como consecuencia del retroceso del tipo de cambio no oficial.
En contraposición con esto, Alejandro Vanoli ratificó que el tipo de cambio oficial, no va a sufrir grandes devaluaciones, sino que iba a ajustar el tipo de cambio bajo la vía del gradualimo, es decir, ajustarlo con micro-devaluaciones diarias.
Por lo pronto, el mercado cambiario mantiene una baja volatilidad, dado el periodo del año, lo que hace que el BCRA pueda cumplir su meta de sostener un tipo de cambio oficial retrasado en el entorno de 8,70 pesos por dólar estadunidense y las reservas del BCRA por encima de los 31.000 millones de dólares.
Bajo este escenario, de menor presión sobre el tipo de cambio, es de esperarse que los próximos meses transiten sin grandes sobresaltos. En la sintonía de mantener paz en el mercado cambiario, el gobierno espera que en las próximas semanas el campo liquide la cosecha de soja y con esto, ingresen dólares que permitan, al menos en principio y por poco tiempo, tener un respiro.
Este respiro, que el Gobierno espera a lo largo de 2015, es necesario para hacer frente a un mercado cambiario cada vez más demandado por los exportadores y a otro factor importante que es el vencimiento del BODEN 2015. Por esto, el gobierno necesita conservar la caja a pesar de la incertidumbre que reina sobre el tipo de cambio en pleno periodo de elecciones.
En este sentido, pesa la caída del precio internacional de la soja, que en los últimos meses tiene una tendencia a la baja puede complicar la situación. Hay que recordar la alta dependencia que tiene la economía nacional frente a este commodity; de mantenerse el precio de la soja en el entorno de USD 300 dólares por tonelada, al país ingresarían unos 7500 millones de dólares menos, lo que restringiría más el mercado cambiario. En consecuencia, habrá que seguir de cerca lo que hagan los productores en las próximas semanas.
Otro efecto que podría traer incertidumbre al mercado cambiario es la posibilidad, por ahora lejana, de que la FED suba la tasa de interés de referencia, lo que provocaría un fortalecimiento del dólar y una salida de dólares de los países emergentes hacia una mayor rentabilidad con menor riesgo. De hecho, esto se esperaba para la última reunión de la FED, pero esto no sucedió. El objetivo de la FED es ubicar la tasa muy cercana al 2%. Esto representaría un incremento más que significativo ya que la tasa hoy se ubica en 0,25%.
Por otra parte, el mercado financiero, el futuro de dólares, esgrimía contratos con vencimiento agosto de 2015 con un tipo de cambio de $ 9,95. Asimismo el BONAD 2016 que es el único instrumento que permite cobertura cambiaria mas allá de noviembre tuvo un valor al cierre de este informe por encima de $9,50, acumula un incremento de 8% en lo que va de febrero.
En consecuencia en los próximos meses el mercado cambiario argentino va a tener una fuerte presión si el gobierno no consigue la entrada de dólares que le permita relajarlo. Por un lado, como dijimos anteriormente, el Tesoro tiene que hacer frente al pago del BODEN 2015 lo que sin duda va a generar presión sobre las ya alicaída reservas. El tesoro tiene que pagar en el 2015 unos 15 mil millones de dólares según los registro de la Secretaria de Hacienda. Por otro lado, la presión de los importadores, sobre todo del sector energético, lleva a que el BCRA sueñe con una buena entrada de dólares del sector agropecuario, ya que de lo contrario, deberá restringir más las exportaciones.
Como conclusión, podemos decir que el deseo del gobierno, en un año con elecciones en la mira, es mantener la aparente tranquilidad económica que tiene y con esto, lograr una cierta paz que le permita llegar al recambio, sin sobresaltos. Sin duda, la paz lograda en el verano, solo va a ser posible, de no mediar ninguna sorpresa internacional, como la suba de la tasa de la FED, o nacional como una entrada de dólares menor a raíz de una caída en la venta de granos o en el precio de los granos, complique la caja de dólares y como resultado de esto, una presión sobre el tipo de cambio.
Finalmente podemos decir que el interrogante entonces, es si la paz cambiaria lograda durante el verano, es extrapolable a los próximos 10 meses.