Guido Spano: trabajar para que la institución siga abierta

Maximiliano Ferraro

Apenas me enteré de que el Colegio Guido Spano cerraba sus puertas, junto a otros legisladores porteños nos reunimos con los padres de los alumnos de manera de trabajar conjuntamente en garantizar la escolaridad de los 350 chicos que asisten a esa escuela. Las acciones concretas no tardaron en ejecutarse. Y esto lo celebro. No sólo padres, docentes y personal no docente decidieron crear una cooperativa, sino que también desde diversos ámbitos políticos se brindaron soluciones prontas a la problemática.

Se consiguió en tiempo récord la protección cautelar y esto significa que el edificio donde funciona el colegio no puede ser demolido. Desde la Legislatura porteña presentamos un proyecto de resolución sobre la situación del colegio y un pedido de informes al Ministerio de Educación.

De todas formas la cuestión no termina acá: hay que investigar si en el Guido Spano hubo una quiebra fraudulenta. En principio, podemos afirmar que hubo una estafa, ya que se le cobró matrícula, equipamiento y cuotas por adelantado a cada uno de los estudiantes.

Sospecho que el cierre del colegio puede esconder un negocio inmobiliario, ya que es un terreno más que cotizado y tiene dos salidas, una a la calle Billinghurst y la otra a Sánchez de Bustamante. En esta zona se están realizando muchas construcciones de torres de 8 o 10 pisos con tres unidades por piso. Nos tenemos que preguntar por qué la Comisión de Protección Patrimonial no catalogó el edificio y desestimó la protección que en su momento se pidió.

Hoy la Ciudad de Buenos Aires está cambiando su fisonomía y eso se debe al boom de construcciones que se está dando en barrios como Caballito, Palermo, Almagro, Belgrano y Recoleta, entre otros.

Donde antes existía una casa de una o dos plantas hoy florecen altos edificios. Si no hay un control, una organización y planificación estratégica en el crecimiento urbano, vamos a tener saturación y/o colapso en el sistema energético, red cloacal y servicio de agua potable, además de la pérdida de espacios que históricamente ocupan instituciones educativas.

Por otra parte, el Gobierno de la Ciudad tiene que garantizar las vacantes y la continuidad del personal docente, pero antes que eso todos tenemos que garantizar que el proyecto institucional y pedagógico del Guido Spano continúe.

Cerrar un colegio para iniciar un  negocio inmobiliario es la peor lección que le podemos dar los alumnos del Guido Spano, y a todos los estudiantes porteños, es la muestra de una sociedad pobre de miras y porvenir. Trabajar de distintos puntos y lugares para que la institución siga abierta y la escolaridad de los estudiantes garantizada, es defender la educación como derecho primordial.