Por: Mundo Asís
Entrenamiento de 2013 para clásico de 2015.
escribe Serenella Cottani
Interior-Provincias, sobre informe de Consultora Oximoron
Introducción
Relevamiento federal
En Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos persisten tres candidatos presidenciales. Se suman a los dos que amagan desde Buenos Aires y a uno del Artificio Autónomo de la Capital.
Para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, elecciones fastidiosamente innecesarias, conocidas como “las PASO”.
Se asiste, en cuatro de los cinco distritos mencionados, al triunfo plácido de los oficialismos.
Es específicamente en Buenos Aires donde el oficialismo peligra. Merced al desprendimiento exitoso, tratado con amplitud en otros textos del Portal.
Cuatro, de estos presidenciables, son actualmente gobernadores (uno tiene el apodo de “Jefe de Gobierno”).
José Manuel De la Sota, El Cordobés Profesional; Sergio Urribarri, El Padre del Marcador de Punta, de Entre Ríos; y los otros dos son muy transitados en el portal.
Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, de la provincia inviable. Y Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, “jefe gobernador” del Artificio.
Los restantes dos son cabeza de listas de diputados.
Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto, ex gobernador de Santa Fe. Y Sergio Massa, La Rata del Tigre, el acaparador de la centralidad que protagoniza la audacia del salto. Desde la intendencia (o mini-gobernación) de Tigre.
Para sortear la tentación servida del etnocentrismo invariablemente mediático, el Relevamiento Federal de referencia arranca hoy con Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.
Pero no quedará ninguna provincia sin tratar.
Osiris Alonso D’Amomio
Director Consultora Oximoron
* * * * *
Córdoba
En Córdoba, por ejemplo, es asombrosamente notable el declive de Luis Juez, El Chistoso.
En la impotencia del descenso, Juez mantiene una actualidad casi similar a la que ofrece Francisco de Narváez, El Caudillo Popular, en la provincia inviable.
Cuesta descubrirle -a Juez- la capacidad de recuperación que supo demostrar la señora Elisa Carrió, Empresaria en Demoliciones (que sin embargo exhibe la reconstrucción personal).
Aquí el juecismo se abrevia para algarabía de los radicales que reconquistan sus votos.
Mientras tanto, se consolida la conjunción de sexagenarios bien conservados, que comanda el ex gobernador Juan Schiaretti. A los efectos de asegurar el triunfo relativo del “delasotismo”. Y despejarle a De la Sota, su conductor, algunos pocos obstáculos para el camino ambiciosamente presidencial.
El oficialismo cordobés, de identidad peronista, frontalmente distante del oficialismo nacional, que presume de la misma identidad.
Para las PASO, el delasotismo supera la franja del 32/33 por ciento. Con ínfulas para superar, incluso, el 35.
Se encuentra perseguido por el entusiasmo de los radicales recuperados. Se acomodan detrás de Oscar Aguad.
“Aguad ganaría si contara con el apoyo real del intendente Mestre”, confirma la Garganta, en el Patio Olmos, con la sagacidad del perverso.
De todos modos, los radicales hoy oscilan entre el 27/28, con un techo, hasta hoy, de 30. Guarismos que les permiten confirmarse como segundos cómodos. Y asegurar, entre peronistas y radicales, al menos 6 de las 9 diputaciones que se encuentran en el bolillero.
En lectura rápida, lo que está en juego, para el radicalismo cordobés, es la candidatura para la gobernación en 2015.
Si va a ser para Mestre o Aguad.
En un momento en que se profundiza el cansancio social del peronismo que dista de promover nuevas figuras. Para consuelo de los sexagenarios entrenados.
Debajo, sin sobrepasar el 10, se sitúan las tres o cuatro fuerzas que aquí actúan de complementos del bipartidismo peronista-radical.
La marginalidad local del cristinismo presenta a la respetable señora Carolina Scotto, que disputa el tercer lugar con El “Enigma Olguita”.
O sea, con la formación apurada que presenta la señora Olga Riutort. Es la dama -La Olguita- que fue jefa política antes de ser presentada como la (ex) esposa del gobernador.
“La Olga” supo armar su temible ejército de damas severamente incondicionales. Con el apoyo del incomparable empresario Dinosaurio, aspiran a trasladarla, desde la concejalía, hacia la diputación nacional.
Un poco por debajo transpira Ernesto Martínez, de la civilización juecista que bulliciosamente se extingue. Y el árbitro Héctor Baldassi, el querible elemento aquí descalificado como El Soplapitos.
Baldassi representa a la voluntarista formación del PRO, expresión institucional del macricaputismo. Un espacio que se encuentra lacerado en su proyección por la admirable presencia de Domingo Cavallo, que se pone la casaca de Los Barros Schelotto (como se conoce a los hermanos Rodríguez Saá, del Estado Libre Asociado de San Luis).
Con su irrupción, Cavallo insiste en su lección de actitud moral.
Pese a las negatividades del contexto, el Mingo nunca se entrega. Es el único que le aporta, a la opacidad de la campaña (y ya no sólo en Córdoba), un poco de jerarquía intelectual. Aunque deba permanentemente someterse a los reclamos de aquellos que le invocan -con frivolidad- el pasado.
Santa Fe
A la alianza socialista-radical no le entra, en Santa Fe, ninguna bala, ni siquiera de teflón.
Pese a la creciente alusión a la inseguridad, y a la problemática casi hegemónica del narcotráfico (que se instala con la fuerza de una chicana), Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto, confirma la vigencia del socialismo. Aunque favorecido, en cierto modo, por los huecos del peronismo, que se alejó aquí de los primeros planos.
Desde que se desinfló el inexplicable Reutemann, que dejó pasar dos veces el tren de la oportunidad. Y sobre todo desde que pereció La Ley de Lemas, que solía facilitar la cotidianeidad del triunfo.
El abanderado que carga con la mochila estricta de aquel abandono es Jorge Obeid, El Turco, ex gobernador. Encabeza la lista del peronismo desafiante, enlazado a las desmesuras vulgares de La Doctora.
Dista Obeid -de acuerdo a la evaluación- de acertar en el argumento de campaña, que otros llaman relato.
En su eje, Obeid prefiere culpar a Binner, el rival, de la mala gestión que le atribuye a Bonfatti. Y descalificar afectuosamente a su “amigo Miguelito”. Por Del Sel. “Aunque me hace reír tanto”.
El cristinismo aquí se encuentra liberado del peso negativo de Agustín Rossi, La Caricatura de Sabat.
El Chivo Rossi supo ofrendarse en causas espeluznantemente perdidas. Se le reconoce, eso sí, una lealtad que al pobre lo incineró. Para asumir como ministro (dibujado) de Defensa. A los efectos de destrabar la situación enojosamente local.
Como lo confirma La Garganta en el Park Tower, La Doctora quería que la señora María Eugenia Bielsa fuera la cabeza de lista.
Pero Bielsa asumió la osadía temperamental de negarse. Lo cual provocó, en La Doctora, alguna reacción no citable, con lenguaje destemplado de vestuario.
“Lo hago ministro a Rossi para que vos ahora me digas que no”.
“Pero Los Bielsa, se sabe, son todos -digamos- temperamentales. Demasiado”, confirma la Garganta.
“Guarda, Serenella, porque aquí cada candidato te tira con sus encuestas a la carta”, confirma otra Garganta, en El Cairo, donde se extraña tanto al amigo Fontanarrosa.
En la evaluación de Oximoron, Miguel Del Sel ya no cuenta con la potencia innovadora de 2011, cuando, sólo contablemente, le ganaron la elección que el PRO prefería perder.
Pero en 2013 Del Sel aún está segundo. Aunque Obeid “le tire perdigonadas con los números de sus encuestadores”.
Entre Ríos
Para compensar el lanzamiento irreparable de Scioli, La Doctora -que hoy depende de Scioli- impulsa también la postulación presidencial de Sergio Urribarri. Al que llama “Pato”.
“Entre Ríos, con Urribarri, juega en primera división”, confirma la Garganta, en el café de la galería de Paraná, frente a la plaza.
Más allá de la frontera de la provincia, Urribarri es conocido, apenas, entre el elitismo político y militante.
Contiene el mérito de ser nacionalmente un desconocido.
Tendrá que remar para instalarse. Del mismo modo que el gobernador rema aquí para asegurarse el triunfo. Sobre todo porque Entre Ríos pone, en disputa, los tres senadores.
Urribarri se pone al frente de la campaña para consagrar a Pedro Guastavino y a la señora Sigrid Kunath. Lo que se propone evitar es el crecimiento de Alfredo de Angeli, el carismático dirigente agrario que durante la crisis del campo era casi un objeto sexual, más bello que el Alain Delon de Rocco.
Hoy Alfredo es el crédito del PRO, candidato a senador que lleva la escarapela del viejo Busti, peronista cultural que impulsa, por la diputación, a Cristina Kremer, su esposa.
Las Gargantas confirman que a Alfredito lo acecha la desconfianza. Teme que los traviesos peronistas le impulsen el corte en la boleta, que aquí nunca fue significativo.
Se teme que voten a Guastavino para senador y a la señora Kremer de Busti para diputada. Y dejarlo afuera de “esta distinta Mesa de Enlace”. En beneficio de los radicales, que llevan a Benedetti.
Un riesgo similar al de Alfredo lo enfrenta Fernando Solanas, El Dirigente Universitario, en el Artificio Autónomo. Y el Padre Bergman. Ampliaremos.
Pero Urribarri padece una contradicción básica. Se encuentra enrolado con La Doctora, que es su fuente de poder, propietaria del dedo que lo puede señalar. Su aceptación social, en Entre Ríos, es alta. Pero convive con la masiva presencia del anticristinismo, que aquí es desmesurado.
Es el sentimiento que explota, con cierta astucia, el ex senador Héctor Maya, otro peronista cultural que le plantea a Urribarri el desafío interno. Sin desviarse jamás del eje del fervor anticristinista.
Lo que primero le parecía un paseo, a Urribarri se le convierte ahora en otro enigma.
“Si está en contra de la reelección de Cristina vóteme a mí”, pontifica Maya.
“Si ganan ellos van a trabajar desde el senado por la re-reelección”.
Las entusiastas ocurrencias de Maya le ponen, por lo menos, algunas migajas de suspenso a una elección que parecía cantada.
Mientras tanto, Maya asusta a los entrerrianos con la re-reelección de La Doctora.
“Para qué esperar a octubre, si podemos ganarle a Cristina en agosto”, grita Mayita, a través de 25 o 30 emisiones radiales diarias, hasta quedarse, casi, sin voz.
Serenella Cottani