Por: Nicolás Ducoté
En la próxima elección habrá muchos nuevos inscriptos en un padrón que muestra cada vez más la importancia numérica del voto joven.
En la juventud, la de ahora y la de siempre, los ideales están puros y a flor de piel, las injusticias sublevan, la solidaridad brota casi sin necesidad de pedirla y la corrupción es algo lejano y repugnante. Todas esas buenas condiciones se vuelcan en la actitud de las chicas y los chicos a la hora de votar.
Por eso quiero hoy hablarle a cada uno de ustedes, porque ya pasé los 40 pero mantengo intacta mi voluntad de servir a los demás y mi seguridad de que las cosas pueden y deben cambiar.
Aprendo todo el tiempo de ustedes, los más jóvenes, pero también sé que la experiencia siempre ha sido y es un buen capital que no hay por qué dejar de lado. Por esa experiencia te pido en primer lugar que no dejes que nadie te use. No creas todo lo que te cuenten; tené cuidado con los “relatos”, porque muchas veces envuelven intenciones nefastas con banderas nobles, que todos queremos seguir, como derechos humanos, igualdad de oportunidades, justicia social y tantas otras.
Averigua quién es quién, pregunta sin miedo lo que quieras saber, en casa o a gente en la que confíes, y rechaza sin dudar al que te
prometa soluciones que se consiguen mágicamente, sin esfuerzo. Atrás de esas promesas vienen las desgracias, tarde o temprano, pero en general más temprano que tarde.
A la hora de votar acordate de que vos sufrís la inseguridad en todos sus aspectos, desde no poder conseguir un empleo estable y en blanco hasta no saber si vas a volver a tu casa cada vez que salís a bailar o vas a reunirte con tus amigos.
Acordate también de que vos sos la víctima principal del bajo nivel de la educación, de la desigualdad, de la exclusión, de la prepotencia. Por eso defendé las libertades de la Constitución Nacional. A todos nos conviene hacerlo, pero a vos especialmente, porque tu idealismo y tu afán de luchar por cambiar lo que está mal te ponen muchas veces en situaciones de riesgo.
Pedí, exigí, reclamá, pero no olvides que si lo que buscas es que te den servido lo que querés, quien te lo de también será quien te
controle y maneje tu vida. Por eso lo mejor que podes pedir son oportunidades: para trabajar, para estudiar, para mejorar cada día
más.
Una sociedad bien construida cuenta con el empuje y el sentido de justicia de los más jóvenes, junto con la experiencia y la visión de lo posible que aportan los mayores. Vos sos imprescindible, no lo dudes. Y no lo olvides cuando llegue la hora del cuarto oscuro.