Por: Pedro Caviedes
Entre todo lo que se ha dicho ahora que los Estados Unidos ha anunciado que piensa ayudar a los rebeldes sirios debido a la utilización de armas químicas del régimen de Al Assad, llama la atención la respuesta de Rusia al ser presionados por los diplomáticos estadounidenses para que a su vez condenen al régimen: ¿Cómo pueden creerle a la inteligencia de los EEUU, si hace unos pocos años afirmaron que Irak poseía armas de destrucción masiva, y al final resultó que no había nada? Esa pérdida de credibilidad es quizá otra de las consecuencias más dañinas de aquella guerra.
La intención de los Estados Unidos al armar a los rebeldes sirios parece más destinada a debilitar la posición del régimen de Al Assad a la hora de una negociación de paz, que en darles el suficiente poder para ganarla. Al parecer las experiencias de Irak y Afganistán han servido para que el gobierno de EEUU no arme de forma desmedida a una fuerza no ordenada, que en cualquier momento puede salírsele de las manos. Siempre es bueno aprender de los errores para no repetirlos.
Lo preocupante es que si en alguna ocasión países como Rusia o China son víctimas de un atentado terrorista a gran escala, perpetuado por una red organizada como Al-Qaeda, ¿podrán también invadir naciones, reclamando que eso fue lo mismo que hizo Estados Unidos? ¿Podrán torturar en cárceles secretas, reclamando que eso mismo hizo los Estados Unidos? ¿Podrán invadir países y hacer guerras sin el consenso de el Consejo de Seguridad de la ONU y a pesar de que, digamos, Francia o Inglaterra lo veten, porque eso mismo hizo Estados Unidos cuando ellos vetaron la invasión de Irak?
Ser la superpotencia no sólo implica hacer buen uso del poder. Implica dar el ejemplo. Cuando el régimen comunista de la Unión Soviética cayó, esta gran nación quedó sola como la gran superpotencia mundial. Esos años de soledad culminaron en un escenario en el que se libraban dos guerras interminables donde se actuaba en contra de los principios sobre los que se forjó este país, y que no sólo desangraban a su ejército, sino que desangraban sus finanzas; un escenario en el que de un momento a otro, los abusos de unos pocos, combinados con la irresponsabilidad de otros, estuvieron a punto de reproducir los días negros de la gran depresión; y un escenario en el que este país había perdido la iniciativa en la mayor amenaza de los últimos tiempos: El cambio climático.
¿Fue tan insoportable estar solos? O, como los deportistas que se dopan para mejorar su rendimiento, ¿fue tanta la presión por mantenerse tan alto, que terminaron haciendo el equivalente a un doping, en lo político y en lo económico, y ahora, como tarde o temprano el cuerpo se lo cobra a los deportistas, estaban pagando el precio?
También en el conflicto sirio, informes de inteligencia dicen que Rusia ha vendido armas al régimen. Pero ahora que los Estados Unidos ha anunciado su intervención, los rusos han dicho que eso perjudicará las conversaciones de paz. Un doble rasero con el que parecen jugar tranquilos, en este nuevo orden mundial.
Unos meses antes de la quiebra de Lehman Brothers, ese terrible septiembre del 2008, China había celebrado su ascenso en el mundo, con los juegos olímpicos de Beijing. Después de ese septiembre, su posición fue más sólida. Pero China, a diferencia de las potencias de occidente, más allá de la presión diplomática, no interviene en guerras ajenas. Y mientras en el Congreso de EEUU no se ponen de acuerdo en una coma de una ley, el gigante asiático adelanta posiciones en todo el mundo; entre sus últimos anuncios está la construcción de un canal interoceánico que atravesará Nicaragua, la compra de la gigante de alimentos de Estados Unidos Smithfield Foods, y, por si fuera poco, acaba de salir un informe que muestra que son los que más se están beneficiando del petróleo que hoy por hoy se extrae en Irak.
A pesar de todos los problemas que puedan tener, prefiero a las democracias libres manejando los hilos de la geopolítica mundial, que a países cuyas leyes reprimen y censuran, y que dirige un partido que no es elegido por las personas, o un semitirano que pone en su lugar a un monigote suyo, para después elegirse de nuevo. Es hora de que los Estados Unidos y Europa, recuperen ese extraordinario poder, que les otorgaba ser el ejemplo de todos.