Por: Pedro Caviedes
Cuando llega la época de fin de año es común que recordemos los hechos más importantes de los últimos doce meses. Este fue un año movido en cuanto a política y, por ser la primera potencia mundial, los Estados Unidos acapararon gran parte de la atención, debido a sus luchas internas de poder, que incluso llevaron a una parálisis gubernamental que se prolongó por poco más de dos semanas. Con los Estados Unidos también tuvo que ver una noticia internacional que en su momento le dio la vuelta al mundo: el inicio de las conversaciones con Irán, que por primera vez se ha mostrado dispuesto a renunciar a su programa de armas nucleares, en aras de suavizar las sanciones económicas que le agobian.
En Europa ganó las elecciones de su país Angela Merkel, por lo que no se prevé un giro importante en las políticas económicas del Viejo Continente, siendo Alemania hoy por hoy la nación más sólida de la Unión Europea. En Latinoamérica, Nicolás Maduro sigue con las desastrosas políticas de su antecesor, dilapidando más la gran riqueza de la nación venezolana; el gobierno de Colombia prosigue con los diálogos de paz en La Habana; Brasil vivió un mes de intensas protestas desatadas por un pequeño aumento en las tarifas del transporte público; Argentina ya tiene Papa, un porteño que ha revolucionado a la Iglesia con su sencillez e ideas nuevas; y en Chile, Michelle Bachelet ganó las elecciones para un segundo mandato. Sitúo aparte otra noticia de ese continente, ya que quizá tiene un alcance en el tiempo mucho más significativo que los otros: la legalización de la marihuana en Uruguay, bajo el gobierno del presidente Mujica.
Hace poco se presentó en Colombia un documental en el que se muestra que las FARC son responsables del 80% de la droga que se produce en esa nación. Alguien me lanzó esta pregunta: si se firma la paz, ¿qué harán los Estados Unidos con respecto a los que fueron responsables del envío de cientos de toneladas de coca a su país? Yo no tuve una respuesta. Lo que sí sé es que el verdadero proceso de paz, no solo para Colombia, sino para muchos otros países del mundo más allá de Latinoamérica, se dará cuando el narcotráfico llegue a su fin. En el caso de Colombia, no hay combustible más potente que alimente la hoguera de la violencia, que el tráfico, cultivo y preparación de la cocaína. Y si hasta ahora la guerra frontal no ha hecho más que producir más muertos, más adictos, y más riqueza para los mafiosos y los corruptos que compran en todos los estamentos del Estado, y en todas las clases sociales, celebro que países como Uruguay exploren otras formas de combatirlo, así sea con la marihuana, que no se encuentra entre las llamadas drogas duras.
Pero quizá la más importante noticia a largo plazo que se dio este año también proviene de los Estados Unidos, y se trata de su alcance de la independencia energética. Sumadas su producción de petróleo y de gas natural, los Estados Unidos superan ya a Arabia Saudita y a Rusia, que eran, respectivamente, primer y segundo país productor. ¿Qué implicaciones tendrá esto en el interés de los Estados Unidos en el Medio Oriente? ¿Qué implicaciones tendrá en México, Venezuela y otros países latinoamericanos que exportan aquí gran parte de su producción? Lo impensable hace cinco años se ha vuelto de repente una realidad. Me pregunto si esta hubiese sido la realidad hace diez o quince años, ¿el mundo no se habría ahorrado unas cuantas guerras?