Sin novedad en el frente

Pedro Corzo

Así podría escribir un cronista sobre el inmovilismo de la dictadura ante los esfuerzos del presidente Barack Obama de flexibilizar las sanciones vigentes en contra del régimen insular, en la confianza de que el Gobierno de los hermanos Castro dispondrá medidas que promuevan el establecimiento de una sociedad democrática y con respeto a los derechos ciudadanos.

Una apretada síntesis de las disposiciones del Gobierno de Estados Unidos que benefician a la dictadura va desde la excarcelación de tres espías convictos, uno de ellos por conspiración de asesinato, la eliminación de Cuba de la lista de países terroristas, la supresión de medidas que restringían el comercio y la ampliación de las relaciones económicas, el restablecimiento de relaciones diplomáticas y un viaje presidencial que el Gobierno interpreta, así lo informó el diario Granma, como una victoria de la “revolución en el poder, encabezada por su liderazgo histórico”.

La dictadura pretende que Estados Unidos resuelva los graves problemas económicos que enfrenta sin reformas estructurales que pongan en peligro el poder que detenta y menos aún aperturas políticas que quebrarían un régimen agotado, que sólo sobrevive por la represión y la desesperanza de la población.

La prioridad de la clase dirigente cubana es conservar el poder, que el proceso de sucesión iniciado en el 2006 culmine con una transición en la que los barones de la revolución y sus descendientes no enfrenten problemas legales y puedan continuar disfrutando a perpetuidad de las riquezas expoliada por décadas al pueblo, un proyecto contrario a los valores y los principios sobre los cuales se ha construido Estados Unidos.

El cambio de política de Washington hacia Cuba ha sido un factor determinante para que altos funcionarios europeos y de otros continentes, incluidos jefes de Estado, hayan visitado la isla y firmado convenios de ayuda, en particular, el acuerdo suscrito en La Habana con la Unión Europea, que en la práctica pone punto final a la posición común hacia Cuba, una política que exigía al Gobierno de los Castro respeto a los derechos de los cubanos.

Este acuerdo redunda directamente en beneficio del régimen, al generar posibilidades de inversión a las que, por la estructura jurídica de la isla, sólo tienen acceso la clase dirigente y los sectores privilegiados allegados a esta y no la población en general, por lo que se aprecia que las gestiones de muchos de los Gobiernos más democráticos del mundo benefician exclusivamente la dictadura.

Por décadas, independiente al embargo y la ayuda que la Casa Blanca prestó a la oposición cubana, Estados Unidos abanderó en las instancias internacionales la defensa de los derechos humanos y propició con denuncias, críticas y medidas coercitivas que los crímenes del castrismo no disfrutaran de absoluta impunidad.

Washington ha sido solidario con los cubanos en aspectos sociales, incluido el migratorio. La mayoría de las veces apoyó a la oposición al castrismo, aunque en numerosas ocasiones, es razonable, sus intereses primaron sobre los de sus aliados, si bien muchos de ellos perdieron la vida o la arriesgaron peleando en sus guerras como si fueran propias.

A fin de cuentas siempre habrá personas que, más allá de intereses y conveniencias, actuarán inspirando en sus convicciones y otros que, motivados por consideraciones opuestas, asumirán diferentes conductas.

Un ejemplo al respecto lo puso el editor Ángel de Fana, al apuntar que Carlos Gutiérrez, secretario de Comercio del ex presidente George W. Bush y quien apoyó concienzudamente las políticas restrictivas del presidente número 43 a la dictadura cubana, en el presente aprueba y promueve las decisiones del mandatario número 44, Barack Obama, totalmente opuestas a las de su predecesor y a las ideas que Gutiérrez defendió en el pasado.

El antiguo alto funcionario recientemente destacó la importancia de los derechos económicos para los residentes de la isla y dijo que en Cuba se habían producido cambios al respecto, como si la dictadura permitiera a sus siervos acceder a una economía libre e independiente, y como si los cubanos no estuvieran en capacidad de disfrutar los derechos políticos vigentes en una sociedad democrática.

El debate seguirá siendo intenso, los valores que cada quien defienda siempre serán trascendentes, pero independiente de las intenciones, habrá que ver si las decisiones del presidente Obama influyen para que en Cuba se establezca un Estado de derecho, una sociedad plural y tolerante, o si simplemente un escriba del futuro, parafraseando a Erich Maria Remarque, reseñará: “Años después de las concesiones y la visita, siguen los arrestos y las golpizas, los derechos humanos continúan conculcados, la economía controlada por el Estado, la miseria se ha incrementado, fue un día tranquilo y calmado, el cuartico está igualito, sin novedad en el frente”.