Panorama del Ártico

Roberto García Moritán

La campaña de Greenpeace sobre el Ártico como la injusta detención por piratería de alguno de sus integrantes, que incluye a los argentinos Hernán Pérez Orsi y a Camila Speziale, ha puesto oportunamente a esa zona estratégica del planeta en el epicentro de atención diplomática y debería ser objeto de particular seguimiento por parte de Argentina por cuanto sería razonable que el Polo Norte tuviera un régimen similar al del Polo Sur.

El Ártico, un extenso océano cubierto de una banquisa y rodeado de tierras despobladas, se está constituyendo en un área de creciente significación y disputa entre las grandes potencias en particular porque está marcada por la singularidad de que no pertenece a ningún país. En este contexto, los estados ribereños (Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, Islandia, Suecia, Noruega y Finlandia) se encuentran aumentando la presencia militar de manera preocupante. Las perspectivas de explotación de petróleo y gas, consideradas en un tercio de las reservas mundiales, además de los recursos mineros y biológicos, son cada vez más accesibles debido al calentamiento global y los cambios climáticos. Varios países se disputan la plataforma continental que se extiende bajo el Océano Glacial Ártico. Su importancia geoestratégica no se agota con los recursos naturales que ofrece. Las posibilidades de ser ruta de alternativa marítima entre Europa y Asia, que implica una reducción significativa de distancia, es cada día más importante con motivo de los deshielos de verano.

Debido a que sólo se han estudiado fragmentos del Ártico, diversos países colindantes se encuentran organizando nuevas expediciones cartográficas para acceder al mayor territorio posible. En 2001, Rusia reclamó la mitad del Océano Ártico. Canadá aspira a una extensión similar. Estados Unidos pretende una franja de fondo marino ártico mayor que California. En este contexto, se ha reavivado la presencia naval como el establecimiento de bases militares. Rusia, por ejemplo, se encuentra reacomodando el destacamento naval en las islas Nueva Siberia que abarca un aeropuerto que permitiría un despliegue rápido de la fuerza aérea en caso de necesidad. Los países nórdicos se encuentran en maniobras militares (Arctic Challenge) con una masiva demostración de fuerza en el marco del acuerdo de cooperación militar NORDEFCO.

El panorama, por la variedad de implicancias, es de tal magnitud que debería sugerir mayor intervención diplomática de Naciones Unidas y en particular de los países no árticos como podría ser el caso de los Estados con reclamaciones territoriales en la Antártida. La región ártica debería ser objeto de un régimen similar al que se ha establecido con el Tratado Antártico y otros acuerdos relacionados del sistema, incluyendo declarar la zona libre de actividad militar y de armamentos. No sería razonable, ni existiría justificación jurídica, política o económica para que el Polo Norte tuviera un estatus internacional diferente al del Polo Sur.

Es de esperar que el Consejo Ártico, un foro intergubernamental de los Estados ribereños, avance prontamente en esa dirección incluyendo el congelamiento de los litigios de soberanía árticos. También es hora de que Naciones Unidas se ocupe del tema y la Asamblea General adopte los recaudos pertinentes para asegurar que la región ártica sea una zona de paz en beneficio de toda la humanidad.