Por: Rubén Murray
Este jueves se realizó el pago de deuda externa más importante del año, correspondiente al título Bonar VII, por un importe de U$S 2.070 millones, para lo cual se volvieron a utilizar las reservas del Banco Central que quedaron en valores similares a los que tenía a principios de 2007.
De 2003 a 2010, las reservas del Banco Central crecían, pero en 2011 hubo un cambio de tendencia y hasta la fecha no dejan de caer. A fines de ese mismo año, y a los efectos de frenar la caída de las reservas, el gobierno decidió implementar el cepo cambiario. Sin embargo, esta medida mostró no ser efectiva porque continuaron cayendo unos U$S 3.086 millones en 2012 y, luego del pago que acaba de realizar el gobierno del Bonar, la caída en lo que va de 2013 ya supera los U$S 8.000 millones, siendo la más importante de los últimos 10 años.
Esta caída se produce por un deterioro en la balanza comercial que registra crecimiento de importaciones mayores a las exportaciones. A esto se suma el hecho de que no llegan inversiones del exterior, los depósitos en moneda extranjera no crecen, la oferta de dólares es insuficiente para cubrir la demanda y no hay acceso a financiación internacional a costos razonables, entonces la deuda externa se termina pagando con las reservas del Banco Central para no caer en default.
Lo preocupante es que no se puede continuar con esta situación por mucho más tiempo, porque si siguen cayendo las reservas a la velocidad en que lo vienen haciendo, se profundizará la tensión cambiaria y el Banco Central se quedará sin margen de maniobra para hacer frente a futuras turbulencias de la economía. Por otra parte, el efecto de la caída de las reservas se trasladó al mercado paralelo del dólar, ya que la cotización del blue se ubica muy cerca del nuevo valor de referencia que surge de comparar las reservas con la base monetaria, que luego del pago de este jueves es del orden de $ 9,20.
Para revertir esta situación es necesario fomentar las exportaciones, atraer inversiones extranjeras, profundizar la sustitución de importaciones con producción nacional y fomentar la confianza para que vuelvan al sistema financiero los dólares que se fueron.
De esta forma se incrementaría la oferta de la divisa extranjera y no sería necesario recurrir a las reservas del Banco Central para afrontar los pagos de deuda, lo cual le daría una posición más sólida a esta entidad, disminuirían las presiones sobre el tipo de cambio y se fortalecería el peso. Pero también es imprescindible combatir la inflación, para que nuestros productos no sigan perdiendo competitividad en el exterior y para que se puedan incrementar las exportaciones.
Después de la dura derrota sufrida en las primarias de agosto, el gobierno parece estar reconociendo algunos de los problemas que sufren la economía y la sociedad Argentina desde hace un largo tiempo. Es llamativo que para reaccionar y reconocer la realidad hayan esperado a que más de un 70% de los habitantes los rechace en las urnas. Sería bueno que desde ahora comiencen a tomar medidas acertadas para enderezar el rumbo económico y no tener que llegar a situaciones más difíciles, en las que la salida pueda ser traumática.