El 21 de marzo conmemoramos el Día Mundial del Síndrome de Down, un día para celebrar las diferencias, para que pensemos aquello que tienen de riqueza y potencia. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de reducir las barreras que como sociedad creamos ante la discapacidad, es hora de trabajar por ello.
Es necesario entonces creer en el papel preponderante de la inclusión. La inclusión social, educativa y la integración escolar, como prácticas que favorecen a los/las niños/niñas, jóvenes y adultos con discapacidad y/o dificultades de aprendizaje.
¿En qué consiste la verdadera inclusión en la escuela? En transformar los sistemas educativos y otros entornos de aprendizajes para responder a las diferentes necesidades de los alumnos/as. Implica que hay tiempos distintos, estrategias diferentes y recursos diversos para el aprendizaje.
Es necesario pensar en una visión que no obligue a medirse con respecto a una única posibilidad de aprendizaje, del saber y del desarrollo personal. Se debe potenciar las fortalezas y ayudar a superar las debilidades, sin homogeneizar los logros. Las propuestas pedagógicas individuales enriquecen el trabajo en la heterogeneidad del aula.
Dentro de la sociedad, tenemos que apostar a la cultura del encuentro y la empatía: ponerse en el lugar de la persona con discapacidad ayuda a que cambiemos nuestra mirada. Necesitamos educarnos como sociedad y entender que el valor de las personas con síndrome de Down está enraizado intrínsecamente en su misma humanidad.
Celebremos a nuestros niños por su belleza, por su pasión a la vida, por sus talentos y creatividad. La vida de las personas con síndrome de Down se manifiesta de manera plena, pues son capaces de significar, comprender, amar, desear, disfrutar, crear… en una palabra, de vivir.
A la sociedad, a la familia, a cada uno le toca una responsabilidad. Desde el mundo legislativo, nos compete una porción pequeña pero también importante, que es la de garantizar su inclusión plena en la vida social, laboral y escolar. Hoy nuestra sociedad debe asumir desafíos reales y concretos para abrir caminos en serio.