Absolutamente concentrada y con presteza, mientras escribía un proyecto con la mano derecha, con la mano izquierda me extraía leche. En una hora tenía una reunión con otros diputados y todavía tenía que ducharme, comer y dejar leche lista para mi beba. Recién con mi quinto hijo pude decir que amamantar y trabajar para mí era posible.
Muchas madres hacen malabares para ser mamás y trabajar fuera de su hogar. Las mujeres siempre hemos trabajado. Tanto en espacios remunerados como en otros en los que no percibíamos sueldos. Pero a las madres el tener un trabajo pago no les ha traído como consecuencia una disminución del trabajo en la casa y en la crianza de los niños. Y a diferencia de otros trabajos no pagados, la lactancia materna es algo de lo que solo nos podemos ocupar las mujeres desde el inicio de la especie humana.
Todavía existe el mito de que la lactancia materna más allá de la licencia por maternidad es inviable, que amamantar y tener un trabajo fuera del hogar es incompatible.
Y si bien cada vez más madres quieren continuar con la lactancia, la interrumpen al volver al trabajo por falta de información, basadas en la creencia popular de que no hay opción. Muchas mujeres que se encuentran amamantando a sus bebés se preocupan al pensar que deben abandonar la lactancia cuando termine su licencia. De hecho, comenzar a trabajar es el principal motivo de su abandono. Pero las necesidades del bebé no cambian porque la madre vuelva a trabajar.
Una mujer informada puede decidir libremente sobre las opciones que se le presentan y buscar un modo de conciliar su vida laboral con la lactancia.
Este año el lema de la semana mundial de la lactancia es “Amamantar y trabajar: ¡Logremos que sea posible!”. Después de más de 20 años que fuera este mismo lema, vemos que la sociedad y las leyes no se adaptaron a las necesidades reales de las madres que amamantan.
La incorporación de la mujer al mercado del trabajo remunerado no debe ser un obstáculo para su derecho a amamantar. Las empresas deberían adecuar los lugares de trabajo para facilitar la lactancia materna sin que se incurra en discriminaciones laborales hacia las mujeres por el hecho de ser madres o estar amamantando a sus hijos.
La crianza no es un asunto privado; engendrar, parir y criar es una tarea social de gran responsabilidad, es construir la sociedad del futuro. Las mujeres trabajadoras y los bebés tenemos derechos. La lactancia materna es un derecho humano que debería estar garantizado. Para esto, la madre debe tener confianza en sí misma y en sus derechos. Y recibir apoyo, sobre todo de sus pares, ya que es muy difícil, continuar si a su alrededor la instan a renunciar.
Tenemos que apoyarnos entre todas. Si en nuestro lugar de trabajo hay una compañera que desea continuar amamantando cuando regrese de su licencia por maternidad, sepamos cómo ayudarla. Es una forma de ejercer la solidaridad entre compañeros de trabajo, generando un ámbito más cordial y ameno.
No olvidemos que somos parte de una familia y una sociedad, y que la inmensa mayoría de nosotros somos o seremos padres y madres. Hagamos que no se sienta sola en su intento, que no parezca que es una molestia para sus compañeros su decisión de mantener la lactancia, mediando con ellos para que entiendan la importancia de apoyarla.
No debe aceptarse la lactancia materna como excusa para excluir a las mujeres de la fuerza laboral.
Mi esperanza es que se recupere la alimentación natural y que las madres no deban tener que elegir entre amamantar y trabajar, sino que sea la sociedad quien le facilite la lactancia y el cuidado de los niños.