Por: Carlos Arbia
Causa cierta preocupación que el equipo económico que conduce Axel Kicillof en vez de intentar bajar la inflación, desarmar el cepo cambiario y proyectar un programa financiero coherente para este año tenga que salir a explicar por qué faltan tampones en la Argentina. Al gobierno le estalló a comienzos del verano un problema eminentemente doméstico como es la falta de un producto de higiene que, si bien no es estrictamente de primera necesidad, es de consumo tan difundido que casi lo parece.
Por culpa de una política errática de freno a las importaciones de productos e insumos para evitar una mayor salida de dólares, Axel Kicillof y su equipo han provocado una nueva “corrida” en la Argentina: la de la gran cantidad de mujeres que buscan stockearse frente a la falta de ese producto crítico.
Tal vez se podía prever una nueva corrida cambiaria, bancaria o más problemas con los holdouts y el juez Tomas Griesa; en cambio ahora el Ministro de Economía debe ocuparse de aumentar la oferta de un producto femenino para evitar esta peculiar corrida.
La impericia de las autoridades económicas, en particular de la Secretaria de Comercio a cargo de Augusto Costa, por no autorizar las importaciones necesarias de tampones, es un problema que, por el cepo a las importaciones, se extiende a varios productos e insumos que no se producen en nuestro país. Este problema provocado por la ausencia de dólares para pagar importaciones se observa en la industria automotriz y en otras como la alimenticia, la química, la de productos medicinales y de electrónica.
El primer responsable de la falta de productos e insumos básicos en el mercado son las llamadas Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones (DJAIs). Estas son una consecuencia del control a las compras de dólares instrumentadas para evitar que el BCRA pierda reservas internacionales y también que se devalúe más aún el peso frente al dólar en el mercado oficial de cambios. Es un mecanismo cuestionado por la Organización Mundial de Comercio (OMC) instrumentado para demorar las salida de dólares por pago de importaciones que ha generado tres problemas: una caída en el nivel de importaciones, una baja en el nivel de las exportaciones y un gran problema futuro ya que el gobierno ha pisado unos 4500 millones de dólares de pago a los importadores. Todo esto a favor de un BCRA que evita perder reservas internacionales al no darles los dólares al tipo de cambio oficial a los importadores para que paguen sus importaciones a sus proveedores extranjeros. Hay que explicar que para pagar esos productos, como por ejemplo los tampones. el gobierno debe proveerles a las empresas importadoras un dólar a 8,60 pesos mientas en el mercado paralelo se vende a 13,90 pesos.
Lo curioso son las desacertadas respuestas del gobierno frente al problema. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, ha negado que el faltante de tampones se deba a trabas en las importaciones. “Esto no tiene que ver con las autorizaciones oportunamente aprobadas, sino básicamente con una estrategia de carácter comercial de quienes efectivamente importan estos productos”. En tanto desde el ministerio de Economía se acusa a los fabricantes que no calcularon los plazos normales de las declaraciones juradas que permiten la entrada de mercadería al país y los sugestivo es que no hay fabricantes en el mercado sino importadores. “Las empresas calcularon mal los stocks y no tuvieron en cuenta los plazos normales de este tipo de trámite”, manifiestan en Economía y agregan que también existiría la posibilidad de que se autoricen importaciones de tampones fabricados íntegramente en Brasil como intentó hacer el gobierno el año pasado para bajar el precio del tomate pero que finalmente no realizó porque el producto era más caro si se lo importaba desde Brasil.
Kicillof y su equipo ni siquiera evaluaron que la demanda de tampones aumenta en el periodo veraniego que va de diciembre a febrero. Pero por ahora no le han echado la culpa a empresarios inescrupulosos ni han aplicado las nuevas leyes de Abastecimiento, de Defensa al Consumidor y de Defensa de la Competencia y como no hay “cuevas” para la venta en negro de este producto, tampoco el BCRA, la CNV o la PROCELAC pueden intervenir en el mercado para evitar esta corrida.