Por: Carlos Arbia
Como Luis Novaresio, me niego a hablar en pasado de Tomás Bulat, nuestro colega fallecido en un accidente hace una semana. Lo trascendente de sus escritos es cómo explica la economía, sus ideas de libre competencia y libre mercado, defendiendo a la vez el rol de un Estado fuerte para manejar la política económica. Todo eso está condensado en sus dos best seller, “Economia Descubierta” y la “Economia de tu Vida”, y en un libro casi terminado.
Pero la mayor preocupación -casi una obsesión- de Tomy se centraba en la inflación y el dólar. Sus últimas notas, como Es la inflación y no el dólar, publicada en su última columna de opinión de Infobae el 9 de enero y El precio más cuidado: el dólar, publicada en El Cronista Comercial del 28 de enero, dan cuenta de su preocupación. En la primera, comenta, aludiendo a la polémica que se había generado generó en una edición de Intratables que, “mientras participaba de un programa de televisión, no pude dejar de sorprenderme por el consenso que existe entre la mayoría de las personas acerca de que la responsabilidad en el incremento de la inflación es la suba del dólar”.
La polémica estaba centrada en explicar que la suba del dólar es una consecuencia de la inflación y no viceversa. “Es importante explicar el error de pensar que la enfermedad es el dólar y la inflación la fiebre, y no al revés. Es por eso que se pone el acento (y la preocupación) en que el dólar suba, pero no tanto en que lo hagan los precios. Cuando se confunde la causa de un problema con su consecuencia, no es posible encontrar su solución”, explica. Y agrega: “Hoy se ve a la devaluación del dólar como un problema y no como una consecuencia obvia de la inflación. Sin embargo, y pese a que muchos quisieran hacerse los distraídos, es la inflación la responsable de la caída del salario real y no el dólar”.
Con esta simple explicación, Tomás vuelve comprensible al lector un problema complejo de la economía argentina. La nota remataba así: “Cuando entendamos eso, cuando tengamos una economía más estable, más previsible, cuando con 100 pesos podamos comprar más o menos lo mismo de un año a otro, es que no le daremos tanta importancia al dólar”.
Esta inigualable facilidad para simplificar lo difícil, inherente a su rol docente, lo convierte en irremplazable.
En la segunda columna citada, Tomy muestra su amplia capacidad de análisis que lo convierte en el consultor económico más solicitado y en ese aspecto también es irreemplazable.
“El precio más celosamente cuidado por el gobierno es el que corresponde al valor del dólar oficial y del dólar paralelo. El día 23 de enero se cumplió un año desde la suba de 6,8 pesos por dólar a 8 pesos y desde ese día cuidarlo se convirtió en una obsesión para el gobierno”, escribe. Aquí destaca algo que ningún periodista especializado registró. “De hecho, 12 meses después de ese día, el dólar oficial está a 8,60 pesos es decir un incremento de tan solo un 7%. Subió menos de la mitad que el resto de los precios cuidados. Es que en realidad los precios cuidados no son el principal instrumento del gobierno para que la inflación no sea aún más elevada. El principal instrumento como siempre es dejar el dólar fijo y la conflictividad social en el interior es la contracara del dólar barato urbano”.
Tomy agrega una dosis de humor para explicar los costos del gobierno en mantener el actual esquema cambiario; otro rasgo único de este comunicador único. “No existe tal cosa como un almuerzo gratis”. Es decir, si te invitan a almorzar, siempre es a cambio de algo. O porque quieren hacer un negocio, o porque te quieren seducir, o para no estar solos. Lo que sea.
Mantener el dólar fijo no es gratis. Se paga con mayor recesión, aunque por ahora no generalizada, sino que sucede principalmente en las economías regionales que viven en gran medida de la exportación”.
Tomás Bulat es irremplazable, como periodista de profesión, docente por vocación, familiero por amor y amigo de todos. Gracias, amigo, compañero de facultad y de la vida.