Por: Carlos Arbia
La evaluación de un sistema parecido al de la unidad de fomento chilena, un mecanismo que Chile lanzó cuando tenía niveles de inflación similares a los actuales de Argentina es uno de los aspectos más importantes de la futura política que estudian las autoridades del Banco Central (BCRA) para comenzar a expandir el crédito hipotecario en los próximos años.
Este novedoso sistema podría permitir en el futuro que la cuota de un crédito hipotecario sea menor a la de un alquiler, como ocurría en los noventa con los créditos hipotecarios a 10 y 30 años que se otorgaron durante la convertibilidad. Por ese motivo, desde el BCRA apuntan que un crédito hipotecario con una tasa de interés del 1%, en unidad de cuenta, podría permitir un crédito a 30 años con una cuota parecida o por debajo a la de un alquiler.
Por ejemplo, para un crédito de unos 750 mil pesos, la cuota mensual inicial sería de unos 2.300 pesos, en tanto que el ingreso familiar requerido sería de unos $7.500 pesos que no tiene nada que ver con el sueldo que se necesita ganar hoy para acceder a un crédito hipotecario por la relación cuota-ingreso que se debe demostrar.
La aplicación de este mecanismo les permitió a los chilenos construir un sistema financiero que es seis veces más grande que el argentino. Chile, en créditos hipotecarios, es una vez y media el total de créditos del sistema financiero argentino. Por consiguiente, un mecanismo de estas características les podría permitir a los bancos comerciales captar dinero, y ese valor estará preservado por la actualización de la unidad de fomento.
Se trata de una especie de instrumento que provocará que se deje de lado al dólar como una herramienta de ahorro y se fomente más la utilización del peso en la economía. El sistema financiero argentino muestra hoy depósitos y créditos privados que representan un 17% y un 14% del PBI. En tanto, en Chile esos valores llegan al 68% y 75%, respectivamente y en ese desarrollo ha sido fundamental la aplicación de la unidad de fomento como instrumento indexador de la economía.
Es un sistema de ajuste de contratos con base en la variación del índice de precios al consumidor y lo que se busca es crear un mecanismo que permita hacer rentable y a la vez accesible el crédito de largo plazo junto a la posibilidad de ahorrar en pesos y que esos ahorros se actualicen a través de la unidad de fomento. Sería una especie de continuidad del coeficiente de estabilidad de referencia (CER) instrumentado a partir del 2002 que se utilizó para el ajuste de determinados bonos y de otros contratos.
El uso de la unidad de fomento en Chile se extendió a todo tipo de préstamos bancarios o financieros de privados o particulares, inversiones (depósitos a plazo u otros instrumentos reajustables), contratos y en algunos casos honorarios. Sigue siendo la forma preferida y predominante de determinar los costos de construcción, los valores de las viviendas y de cualquier préstamo hipotecario, sea privado o del Estado.