Por: Carlos Mira
Es muy curiosa la interpretación del poder que tiene el gobierno. Durante toda esta década se la ha pasado (y con bastante éxito, por cierto) trasmitiendo la imagen y la idea de que en realidad él no es EL PODER sino que EL PODER está en otro lado, en vericuetos ocultos y oscuros, siempre urdiendo tramoyas contra el pueblo y contra lo que el pueblo votó.
Según esta interpretación el gobierno no sería el gobierno sino la oposición a ese poder; es decir, el gobierno actuaría con el poder del Estado pero oponiéndose al verdadero PODER, que, según esta versión, se ubicaría por fuera del Estado. Es más, según el gobierno, casi podría decirse que todo lo que no sea Estado sería el Poder Oculto al cual el gobierno debe oponerse.
Y decimos que la interpretación es curiosa por varios motivos. En primer lugar si todo lo que no es Estado es sospechoso de ser un poder oculto con intereses opuestos al pueblo, ¿cómo llamaríamos a los integrantes de ese supuesto poder?, ¿no serían parte del pueblo?
Supongamos que el éxito en su vida y en sus trabajos los hubiera llevado a formar empresas poderosas y consorcios influyentes, ¿no son el “pueblo” por eso? ¿Tenemos entonces una interpretación discriminatoria de la palabra “pueblo” para reservarla -como muchas veces ha hecho la propia Presidente y otros númenes del gobierno- a los “negros” y a los “pobres”? (Conste una vez más que usamos esta terminología con los mismos alcances que la han utilizado la Sra de Kirchner y Luis D’Elía, por ejemplo).
¿Quiere decir entonces que el Gobierno propicia un sistema de vida en donde los integrantes individuales del “pueblo” no tengan éxito en su vida, porque si tuvieran éxito dejarían de pertenecer al “pueblo” y pasarían a ser EL PODER oculto que se le opone? ¿El gobierno estimula un sistema en donde la gente no progrese? ¿No vivimos acaso en un sistema en el cual podemos mejorar nuestra condición?, ¿la mejora de nuestra condición hace que no seamos del “pueblo”?, ¿conforme más mejoremos nuestra condición más alejados del “pueblo” estaremos y pasaremos a formar parte del “poder” perseguido por el Estado? ¿Es este el cuadro social que el gobierno tiene en mente?
Y la verdad es que la descripción coincide con lo que han sido los hechos estimulados por el gobierno en estos años. ¿A qué han tendido esos hechos? A propagandear una mejora “hasta ahí” de la condición de ciertas franjas sociales cosa que éstas puedan seguir siendo explotadas electoralmente en tanto ”pueblo” pero, al mismo tiempo, ellas sientan una mejoría efectiva en su condición por la cual crean que deben estar agradecidos al Estado, es decir al gobierno, es decir a la Presidente.
De esas acciones deducimos que, efectivamente, el gobierno parecería perseguir un diseño social de “rebaño” por el cual la aventura de la vida no pueda transformar en rico (es decir en “independiente”, es decir, en “poderoso”) a nadie, porque esas personas son peligrosas para los perfiles del modelo y deben ser perseguidas en tanto no son fácilmente dominables. Según este horizonte no habría Bill Gates o Mark Zuckerbergs o Fords o Edisons o Firestones o Lee Iacocas en la Argentina, porque esas personas serían muy poderosas y aquí el único poderoso es el Estado, es decir el gobierno, es decir la Presidente.
En segundo lugar la interpretación del Poder que hace el gobierno es curiosa porque su propia conducta la desmiente. En efecto si uno observa el tsunami legislativo que ha producido en la Argentina desde 2003 para acá es francamente impresionante. Ese poder lo tiene solamente el gobierno. Ni Clarín, ni Ford, ni los sindicatos, ni la UIA, ni General Motors, ni Arcor, ni ADEBA, pueden emitir leyes susceptibles de hacerse cumplir por la fuerza. Solo el Gobierno puede hacerlo.
En los últimos meses -y como muchos creen para construir un poder residual aun después de una derrota electoral en 2105- el Gobierno ha sancionado la ley antiterrorista, la ley de abastecimiento, el nuevo Código Civil y Comercial, la ley de Hidrocarburos, la prórroga de la emergencia económica hasta diciembre de 2015, ha dado por terminado el proceso de adecuación voluntaria del Grupo Clarín, ahora presenta el nuevo proyecto para permitir a las telefónicas intervenir en el mercado de TV por cable, ha presentado el proyecto para reformar el Código Procesal Penal…
Ningún “poderoso” puede hacer eso. Al contrario los “poderosos” deben acatar sin chistar lo decretado por el número oficial. Entonces, va de nuevo, ¿dónde está el poder?
El hijo presidencial en su primera aparición pública adelantó que, en el caso de una derrota en 2015, entregarían el gobierno pero no el poder. ¿Cómo se entenderá esto a partir del año que viene si esa hipótesis terminara verificándose efectivamente?, ¿pasará a ser el kirchnerismo el PODER OCULTO a espaldas de lo que votó el “pueblo”?, ¿el nuevo gobierno debería ser entonces (para ser coherentes con una interpretación nacional, popular, aluvional y plebiscitaria del voto) la OPOSICIÓN a ese poder en las sombras que Máximo Kirchner reserva para su tropa en caso de derrota? ¿Y en esa condición de OPOSICIÓN al verdadero PODER (que, según Máximo, serían ellos) el nuevo gobierno debería iniciar una actividad derogatoria de todo lo hecho por el kirchnerismo, porque ahora el “pueblo” no votó al kirchnerismo y, como tal, éste es un PODER no POPULAR?
Porque podría interpretarse que el “pueblo” es solo “pueblo” en tanto me vote a mí y si no me vota a mí, quienes ganan son el producto de un engaño de las minorías porque el “verdadero pueblo” sigue estando conmigo. Eso es querer la chancha y los veinte: cuando gano el “pueblo” es mío porque lo dicen los votos y cuando pierdo también porque el “pueblo” fue engañado. ¿No será mucho?
En fin, llega un momento en que los disimulos de los autoritarismos en el ropaje de las democracias son muy grotescos, y se notan… Se notan mucho.