Por: Carlos Mira
El karma de los pactos con Irán parece no solo repercutir en la Argentina. En Estados Unidos la negociación llevada a cabo por la administración del presidente Barack Obama para encuadrar el programa nuclear de Irán bajo patrones aceptables para Occidente y para su propio país ha levantado oleadas de opiniones y de críticas, en algunos casos muy severas y de elevado tono de preocupación.
En esa línea se inscribe el antiguo vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney (también fue secretario de Defensa de George Bush senior), que acaba de publicar un libro junto a su hija Liz en donde considera que debido a las políticas del presidente el país está más vulnerable a atentados terroristas hoy que antes del 11 de septiembre de 2001.
Con un nuevo aniversario de los atentados a las Torres Gemelas y al edificio del Pentágono en Washington avecinándose, el libro del los Cheney, Exceptional, es un alegato en favor de volver a una política dura en materia de presencia militar de los Estados Unidos. El relato trata de justificar por qué el mundo necesita de unos Estados Unidos poderosos.
Si bien el país ha conservado la tradición de que los Gobiernos salientes no critican a su inmediato sucesor, no ha sido el caso de Cheney, que no se ha privado de nada cuando le ha llegado el turno de hablar de Obama y de su presidencia.
El antiguo vicepresidente sostiene que el centro de la próxima elección debe concentrase en reconstruir la fortaleza militar norteamericana, algo que podría calificarse como políticamente incorrecto, pero que el funcionario no disimula para nada.
En general, los términos de la corrección política en los Estados Unidos es completamente diferente de lo que por ello se entiende en la Argentina. Mientras en nuestro país muchas veces se toca la hipocresía o se recurre a la herramienta de la indirecta, cuando de política se trata, en Estados Unidos las cosas se dicen con mayor frontalidad y eso no necesariamente genera un escándalo. Puede sí producir reacciones controvertidas, pero todo el mundo entiende que ese es precisamente el juego de la democracia.
Cheney rechaza completamente la idea de que la invasión norteamericana a Irak haya sido la causante de todos los problemas que sucedieron luego en la zona. Al contrario, considera a Obama directamente responsable de la aparición de ISIS por haber retirado las fuerzas norteamericanas de Irak sin dejar una dotación con el suficiente poder como para ayudar al naciente nuevo sistema iraquí a desarrollarse y echar raíces sin que peligros como el que terminó ocurriendo sucedieran. Hoy entiende que los Estados Unidos deberían estar dispuestos a hacer lo que haya que hacer para terminar con la amenaza de los decapitadores, incluida la posibilidad de desplegar fuerzas militares terrestres.
En lo referido al acuerdo con Irán, que muchas veces ha sido utilizado por la señora de Kirchner como elemento de prueba a su favor en el sentido de que negociar con los iraníes no es pecado (en una completa tergiversación de los hechos, ya que en el caso argentino el Memorándum de Entendimiento supone el desconocimiento constitucional del principio del juez natural y el apartamiento de la Justicia argentina de un hecho criminal sucedido en su territorio), Cheney es contundente: El país se arrepentirá en el futuro si el Congreso aprueba ese acuerdo.
En medio de fuertes controversias sobre cómo el país piensa compatibilizar sus fines de seguridad con la vigencia de las libertades de la Constitución, Cheney se muestra partidario de sostener los interrogatorios que Obama ha calificado como de “tortura” y cree que el país sería demasiado estúpido si se desnudara voluntariamente de sus posibilidades de defensa. El allí cunado insiste: “Hoy estamos más inseguros que el 11 de septiembre ‘gracias’ a las políticas del Presidente”.
Preguntado sobre si no le causa reparos romper con aquella tradición de no criticar al sucesor, responde firmemente que lo que le causa reparos es la manera en que el presidente Obama conduce el país.
Y su mayor “reparo” es el bendito acuerdo con Irán, que tiene fecha de vencimiento para que el Congreso lo apruebe el próximo 17 de septiembre. Si las cámaras lo rechazan, Obama anticipó que vetará el rechazo. Y según se cuenta en los pasillos del Senado, el Presidente estaría en condiciones de conseguir los 34 votos demócratas que necesita para respaldar su veto.
Cheney asegura que los congresistas que voten a favor del acuerdo se arrepentirán en el futuro. “Verán ese voto como uno de los peores de sus vidas”, dijo como para que no le queden dudas a nadie acerca de cuál es su opinión.