El kirchnerismo y el peronismo que acompaña al Gobierno se encuentran en aprietos desde que firmaron y aprobaron en las Cámaras el nefasto acuerdo con Irán, el mismo que el gobernador Daniel Scioli, con austeridad de palabras, continúa respaldando.
Seguramente fueron muchas las razones que empujaron al Gobierno a la firma de semejante disparate. Se habla de intercambio comercial, de transferencia de tecnología nuclear, de una equivocada lectura sobre la decadencia de Occidente y la emergencia de Oriente, de la influencia de Hugo Chávez sobre Cristina Kirchner y de algunas otras razones de menor cuantía, como la “pretensión” de conocer la verdad acerca de la voladura de la AMIA, refugiada en la insinceridad de “interrogar” a los sospechosos en Teherán; aspecto, este último, que no resiste el análisis. ¿Se imagina el lector las insuperables dificultades en que se habría encontrado el juez Rodolfo Canicoba Corral al “comprobar” la responsabilidad de la banda de los cinco en el atentado y solicitar su detención? Imaginarlo es imposible. ¿Y creerlo? ¡Sólo los giles! A ninguno de ellos se les cayó el documento en la puerta de la AMIA, ni dejaron sus huellas digitales en las inmediaciones, ni siquiera una colilla de cigarrillos con ADN clavado en el filtro. Todo se dirigía a levantar las alertas rojas, pues si bien todo conduce a Irán, como afirman los EEUU e Israel, no hay huellas ni confesiones. Ni las habrá.
Cualquiera de las razones enumeradas acerca de los motivos del acuerdo puede ser cierta, sin embargo hay una que considero más relevante. Cara al mundillo del progresismo argentino.
Los derechos humanos
A mi entender una de las razones, y quizás la más importante, para promover el acuerdo con Irán haya sido la intención de generalizar al mundo la política aplicada en el país sobre derechos humanos. De este modo, el segundo mandato de Cristina debería proyectarse a escala planetaria. ¡Cristina para todos -y todas- los ciudadanos progresistas del orbe!
La Presidente ha declarado que es absurdo pensar en ella como promotora del encubrimiento del atentado de la AMIA en tanto su gobierno ha sido implacable con los responsables de violar los derechos humanos mediante el terrorismo de Estado. Y la oposición, tragando ese caramelo, ha contestado que justamente al encubrir a Irán se ha salido de su programa. Tanto unos como otros, confunden los hechos. Veamos.
El gobierno nacional lo que se ha propuesto con su política de derechos humanos no es tan solo condenar a los militares que han ejercido una brutal represión desde el centro del Estado, sino, y esto es lo inquietante, elevar a categoría de héroes bautismales a los guerrilleros que mataron por construir la utopía salvaje de una dictadura “popular”. Jóvenes idealistas cargados de “buenas intenciones” en pos de un mundo igualitario. Esta política contó con el apoyo de la oposición y ahora deberán hacerse cargo de las consecuencias.
Al proponerse, el gobierno, luego de las indagatorias en Teherán, según lo estipulaba el acuerdo fallido, que no había pruebas judicializables en contra de la banda de los cinco, se levantarían las alertas rojas e Irán sería aliviado de la acusación de Estado terrorista dado que, para el Gobierno de Cristina y del peronismo de la vergüenza, los únicos Estados terroristas son EEUU e Israel. Desde esta perspectiva ¿qué diferencia hay entre el asesinato de jefes Montoneros o del ERP a manos del Ejército Argentino con el asesinato perpetrado por el Estado Israelí sobre jefes del Hezbolá o el asesinato de Bin Laden por fuerzas militares que respondían al Estado norteamericano. Como ha dicho Horacio Verbitsky al opinar sobre este hecho, “arrojado al mar, sin defensor ni juez”. En una disparatada comparación con los vuelos de la muerte. Lo mismo que afirmó Cristina un tiempo atrás. Sin ir tan lejos, en la tercera inauguración de Atucha, la Presidente aseguró que visitaría aún a países que “tienen cárceles clandestinas” en una alocada comparación con la Mansión Seré o la Esma.
¡Así son las cosas! El acuerdo con Irán implicaba universalizar su política equivocada de derechos humanos aliviando de culpa y cargo a los verdaderos terroristas y acusar a los EEUU e Israel de símiles de Videla o Massera.
Esto, de por sí lamentable, luce peor al observar cómo un sector del peronismo que padeció la violencia criminal de la guerrilla hoy acompaña esta visión sesgada y peligrosa de Cristina. Mientras tanto, Scioli y Gioja callan.