Todos asumen hoy día que Argentina ha perdido competitividad, que sin devaluación no podrá restablecer una balanza comercial superavitaria imprescindible para el futuro de este país. Algunos dicen que si bien la devaluación hará caer los salarios en dólares no caerá en cambio el poder adquisitivo, sino por el contrario.
Los productos primarios que constituyen gran parte del portafolio exportador de Argentina han perdido entre el 35 y el 50% de su valor en dólares.
Parecería que una devaluación de importancia es necesaria para restablecer el equilibrio y permitir que la industria y las economías regionales sobrevivan y crezcan saludablemente.
Argentina ha sufrido en forma sistemática durante el último siglo el egreso de capitales generados en el país en gran porcentaje, por crisis cíclicas. Es más, muchos dicen que cada diez años inexorablemente se repiten. Con este panorama muchos especulan trayendo las divisas extranjeras después de la devaluación de cada ciclo y retirándola al cabo de los años cuando se está por producir una nueva crisis entendiendo que así maximizan su inversión. Hoy está confirmado que hay más de 400 mil millones de dólares que están fuera del circuito legal.
No parece bueno el continuar con esta mecánica de destrucción del capital de trabajo del país, que es el único que permite generar riqueza genuina.
Hoy han pasado ya 14 años desde la última crisis sin que se llegara a un punto tal que se rompiera el esquema económico vigente a pesar de que se han ido ingentes capitales especulando con la futura devaluación; hoy Argentina está desendeudada, su deuda no pasa del 40% del PBI, el 50% de esta deuda es interestatal y solo la mitad esta en moneda extranjera.
¿Por qué no intentamos el desarrollo con otros esquemas menos facilistas? Hay emprendimientos privados de envergadura en diversos sectores que muestran que es posible emprender un camino de crecimiento, estos son los ejemplos a imitar y potenciar.
En la industria automotriz la actitud de un fabricante, Toyota, que decidió en su momento invertir en una fábrica de pick-ups integrada y competitiva que pudiera exportar al mundo forzó a sus competidores, primero Ford, luego Volkswagen a invertir en consonancia para no quedar descolocados, creando así en la zona norte del gran Buenos Aires un polo competitivo en la fabricación de utilitarios. En el 2014 se exportaron 111.000 unidades, casi un 10% más que en 2013, llegando la exportación al 54% y aumentando Toyota y Ford la producción con respecto a 2013 fabricándose casi 210.000 unidades. La continuidad del proceso llevó a que otras tres automotrices basándose en las instalaciones de Renault estén invirtiendo para generar en Córdoba otro cluster productor y exportador de utilitarios que hacia fines del año que viene comenzaría a fabricar en el orden de las 70.000 unidades. A esta altura Toyota ya estará fabricando 45.000 unidades más llevando su producción a las 140.000 unidades y los porcentajes de integración nacional ya alcanzarán al 50%.
Con esa producción del orden de las 320.000 unidades, Argentina estará entre los tres principales fabricantes de pick-ups en el mundo y será el líder absoluto en la región.
Sabemos que hoy día las empresas tecnológicas y los servicios son las más valiosas del mercado y las grandes generadoras de riqueza. En esta industria el país tiene un gran capital humano y ha liderado un fuerte crecimiento con empresas como Globant, Mercado Libre, Despegar y otras que se han capitalizado en pocos años y se han vuelto líderes regionales. También Accenture, IBM, etc., exportan conocimiento. La exportación de servicios han superado los U$S 6.000 millones el año pasado.
Tal vez debería el gobierno en lugar de devaluar ser el gran favorecedor de estos procesos, en estos sectores y en tantos otros innovadores que agregan valor de tal manera que permiten competir sin devaluar y a su vez incrementar salarios.
Tal vez debería el gobierno, ahora que bajaron los servicios de la deuda externa, hacer un esfuerzo en infraestructura para bajar costos operativos y logísticos en la producción de productos primarios y regionales para que se pueda competir con el tipo de cambio actual.
Tal vez, si continúan y se incrementan las acciones positivas, sin devaluación y agregando valor en pocos años tendremos un país mucho más eficiente y con salarios e ingresos por habitante más elevados en dólares y con superávit fiscal y comercial sin necesidad de realizar un ajuste.
Esperemos que prime el bien común.