Por: Darío Epstein
Claramente Estados Unidos es uno de los ganadores con la caída del precio del petróleo, ya que traslada todo al consumo. Otro ganador es China, que baja sus costos y mejora aún más su balanza comercial y un tercer ganador es Arabia Saudita, tanto por cuestiones geopolíticas como para apuntalar su plan de diversificar su producción hacia otros sectores. Con estos tres jugadores favorecidos hay motivos suficientes para que el petróleo se mantenga en niveles bajos.
Según un artículo de Anatole Kaletsky publicado en Project Syndicate, a nivel global, el mundo demanda unos 34 mil millones de barriles de petróleo al año: Una caída de 10 dólares en el precio del petróleo transfiere 340 billones de dólares de los productores de petróleo a los consumidores. Por lo tanto, el recorte de 63 dólares en el precio, como ocurrió desde junio del año pasado, al precio actual (una baja del 59 %) redistribuiría más de 2 trillones de dólares anuales entre los consumidores, proporcionando así un impulso mayor en los ingresos que los programas de estímulos fiscales de China y Estados Unidos juntos, que son implementados desde 2009.
La caída del precio del petróleo ha dividido el mapa entre perdedores y ganadores, pero en aquellas economías donde el precio del petróleo se traslada al surtidor habría un fuerte estímulo al consumo. El beneficio para la economía mundial de un precio del petróleo más bajo sostenido en el tiempo es positivo y muy superior a uno en niveles más altos, más allá del duro golpe a corto plazo para muchos países productores (entre los cuales hay muchos emergentes, incluidos muchos de Latinoamérica), así como para la industria de producción off-shore y del fracking, que supieron ambas estar de moda no tantos años atrás.
A nivel macro, el impacto más evidente causado por una baja en el precio del petróleo es su inmediato traslado a los precios de toda la economía en aquellos sistemas que no presentan distorsiones o regulaciones en los mecanismos de transmisión. Estados Unidos es un claro ejemplo de este mecanismo de ajuste que beneficia a todos los consumidores dado el importante ticket en concepto de naftas.
La evolución del precio de la gasolina en la economía más grande del mundo permite trasladar la baja en el precio del petróleo a cualquier producto que incluya flete y traslado en su ecuación de costos.
Los derivados del petróleo se han ido abaratando progresivamente desde octubre, hasta el punto de que un litro de gasolina cuesta ahora casi 25 % menos que al comienzo de 2014. Todo ello libera un alto porcentaje de ingreso disponible que puede ser volcado al consumo. Estados Unidos está recibiendo así un impulso proveniente del consumo privado.
Pero Europa se está beneficiando solo parcialmente de la caída en los precios del commodity, ya que el debilitamiento del euro le encarece la compra de petróleo, que cotiza en dólares como todos los commodities.
Veamos los perdedores: la contracara de una caída en el precio del petróleo son aquellos países exportadores netos de ese commodity a través del impacto en la balanza comercial, variando de acuerdo con el nivel de dependencia del sector petrolero de cada economía. En caso de alta dependencia, las pérdidas en los ingresos por exportaciones se traducen en grandes contracciones de los ingresos fiscales, ya que casi la totalidad de los beneficios generados son capturados por los Gobiernos. Países como Venezuela, Rusia, Irán e Irak se ven fuertemente perjudicados, países en donde las exportaciones de petróleo juegan un papel muy importante en el apoyo al crecimiento económico y las finanzas públicas.
Los productores con tipos de cambio relativamente fijos o que aún siguen una canasta de monedas, cuya moneda se aprecia junto con el dólar, obtienen menos ingresos debido a los bajos precios del commodity. En cambio, otros productores con tipos de cambio flexibles pueden contrarrestar parte del efecto generado.
Por sectores, los proyectos de petróleo de baja rentabilidad se han abandonado o suspendido si se encontraban en marcha, otros diferidos entre los que se iban a concretar, y miles de empleos se han perdido debido a la baja del petróleo.
La importancia predictiva de los precios del petróleo es alta como un indicador contrario: la caída de los precios del crudo nunca ha logrado predecir correctamente una recesión económica. En todas las oportunidades que bajó a la mitad su precio, como ocurrió en 1982-1983, 1985-1986, 1992-1993, 1997-1998 y 2001-2002, esto fue continuado con un fuerte crecimiento mundial.
Por el contrario, cada recesión mundial en los últimos 50 años ha sido precedida por un fuerte aumento de los precios del petróleo. El año previo a la crisis de 2008, cuando el barril de WTI valía 140 dólares, cayó a 40 dólares en los seis meses anteriores a la recuperación económica que se inició en abril de 2009.
Los precios de metales industriales como el aluminio y el cobre, que son buenos indicadores adelantados de la actividad económica, pueden aumentar después de una brusca caída en el precio del petróleo, tal como ocurrió en 1986-87: Los precios de los metales se duplicaron un año después de que los precios del petróleo cayeron a la mitad.
Debido a que los consumidores de petróleo, en general, gastan sus ingresos extra con bastante rapidez, mientras que los Gobiernos (que explican la mayor parte de los ingresos de petróleo a nivel mundial) suelen mantener el gasto público mediante préstamos o en reservas, el efecto neto de los precios del petróleo siempre ha sido positivo para el crecimiento global. Según el Fondo Monetario Internacional, el recorte en el precio del petróleo de este año debería impulsar en 2016 un crecimiento de entre 0,5 % y 1 % a nivel mundial, incluyendo la expansión de entre 0,3 % y 0,4 % en Europa, entre 1 % y 1,2 % en Estados Unidos y 1 %-2 % en China.
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