Por: Eliana Scialabba
Aunque los funcionarios del gobierno aún lo niegan cada vez que tienen un micrófono enfrente, la economía argentina entró nuevamente el default el 31 de julio. Y las medidas que están por venir, sobre todo desde el sector financiero, no harían más que confirmar una aceptación off the record de la cesación de pagos.
Según fuertes trascendidos de las últimas horas, el Banco Central (BCRA), todavía comandado por Juan Carlos Fábrega – a pesar de los últimos choques que tuvo esta semana por “tratar de quitarle protagonismo” a la estrella del gabinete Axel Kicillof en la negociación con los holdouts – endurecería más el control sobre las escasas reservas internacionales.
Frente al escenario actual, la autoridad monetaria comenzó a limitar fuertemente el pago de importaciones, con la consecuente contracción en el nivel de ingreso de bienes – tanto intermedios como finales – a la economía.
Un menor ingreso de bienes no sólo reduce la oferta de bienes y servicios de la economía, sino que plantea un problema adicional a los productores locales: parte importante de los procesos de producción utilizan bienes importados como insumos, lo que genera indirectamente una caída del nivel de actividad general, con los consecuentes impactos en el ya alicaído mercado de trabajo.
Asimismo, en línea con el cuidado de las reservas del BCRA, esta semana la AFIP dejó de autorizar a los monotributistas a comprar dólares en el mercado oficial por el excedente de $7.200 de ingresos mensuales. Según mencionaron desde el organismo, estos alcanzaron el máximo de su capacidad de ahorro.
Las acciones conjuntas desde el gobierno muestran la existencia de una preocupación mayor a la que plantean en el discurso en el escenario de cesación de pagos.
Una menor oferta de dólares por parte del BCRA presiona tanto sobre el dólar oficial como el blue y se genera una perspectiva de suba de tasas de interés, con el fin de contener la escalada de la divisa norteamericana: es probable que mayores rendimientos logren sacar del mercado informal a algunos agentes que prefieran irse al refugio seguro de los bancos.
Sin embargo, con la inflación por encima del 35% anual, el adicional de tasas que deberán ofrecer deberá ser elevado, lo que contraerá aun más el deprimido mercado interno. El objetivo de cuidar las escasas reservas se enfrenta fuertemente a una economía en franco descenso, y “sentarse” sobre las mismas podría profundizar la caída.
(columna escrita con Mariano Carpineti)