Por: Eliana Scialabba
Durante los últimos años, el Gobierno ha sostenido como estrategia de crecimiento el fomento del consumo, en detrimento de otras variables de la demanda, tales como la inversión y las exportaciones, las cuales son los componentes más dinámicos de la demanda agregada. La primera constituye tanto mayor demanda en el corto plazo como más oferta en el mediano plazo, ya que expande la capacidad productiva de una economía. La segunda, en tanto, representa más demanda, y con una correcta administración del tipo de cambio en niveles competitivos, más divisas comerciales.
Si bien ambas cumplen un rol crucial en el proceso de crecimiento económico, nos centraremos en esta ocasión en la inversión. Como se mencionó previamente, la formación de capital tiene un doble efecto. En el corto plazo, desde el punto de vista de la contabilidad nacional, la expansión de la inversión aumenta la demanda agregada, y por lo tanto, el PBI.
Por su parte, en el mediano plazo, la inversión productiva en capital físico expande la oferta agregada, eleva el stock de capital per cápita y con ello la productividad laboral. Asimismo, según las teorías de crecimiento endógeno, a través de la inversión se puede influir sobre el avance tecnológico y el proceso de innovación. De esta forma, la inversión favorece al crecimiento económico sostenido.
Pero para que no quede todo en meras palabras y teorías, veamos un poco de números para la economía argentina. En el gráfico 1 se muestra la relación positiva entre la tasa de variación de la inversión y el PBI entre el primer trimestre de 2005 y 2015.
Gráfico 1: Correlación entre la tasa de variación de la inversión y el PBI
Variaciones % interanuales
Fuente: elaboración propia con base en Dirección Nacional de Cuentas Nacionales
Se verifica que los períodos de alto crecimiento del PBI, entre 2005-2008 y 2010-2011, se explicaron por la notable expansión de la inversión productiva. En tanto, los períodos de recesión-estancamiento fueron períodos en los que la formación de capital se retrajo o no creció.
La relación expuesta también es posible percibirla en el gráfico 2, en el cual se presenta la evolución temporal de las dos variables mencionadas, para el mismo período.
Gráfico 2: Tasa de variación de la inversión y el PBI
Variaciones % interanuales
Fuente: elaboración propia con base en Dirección Nacional de Cuentas Nacionales
La tasa de expansión de la inversión es más elástica que la del PBI. En períodos de crecimiento económico la suba de la tasa de inversión productiva es superior a la del PBI, mientras que en períodos de recesión, las caídas de la formación de capital también son más pronunciadas que las del producto.
Por otra parte, según numerosa evidencia empírica, una variable significativa que contribuye positivamente al crecimiento es la participación de la inversión en el PBI. En su famoso libro de crecimiento económico, Robert Barro y Xavier Sala-i-Martin (2004) realizaron un ejercicio estadístico para analizar una muestra de alrededor de 70 países, para subperíodos entre 1965 y 1995, y obtuvieron que un aumento del cociente inversión/PBI de 0,1 (10 puntos porcentuales) se traduce en una expansión de casi un punto porcentual de la tasa de crecimiento de PBI per cápita.
¿Qué significan estos números? Veamos con un ejemplo simple las implicancias de los resultados de Barro y Sala-i-Martin para destacar la importancia de potenciar la inversión, tanto en términos absolutos como en relativos al PBI. Con una economía expandiéndose un promedio anual del 4 % y una población creciendo un 1,5 % al año, se verificaría un crecimiento de aproximadamente 2,5 % del PBI per cápita. Manteniendo esta tendencia nos llevaría casi 30 años duplicar el PBI por habitante.
Debido a la importancia de los cambios de este cociente en el crecimiento económico, en el gráfico 3 se presenta la relación inversión-PBI para la economía argentina entre el primer trimestre de 2004 y 2015.
Se observa que durante el período de mayor crecimiento del PBI, la participación de la inversión en el producto fue superior a la de los últimos años, en torno al 20 %, aunque en promedio se ubicó en el 18,2 % del PBI, una cifra muy alejada del cociente que se verifica en los países de alto y sostenido crecimiento. Por ejemplo, China, durante su etapa de crecimiento a “tasas chinas” (más del 10 % anual) tenía una relación inversión-PBI casi del 50 % y en la actualidad, para crecer al 7 % requiere una inversión de 40 % del PBI.
Gráfico 3: Participación de la inversión en el PBI
% de participación
Fuente: elaboración propia con base en Dirección Nacional de Cuentas Nacionales
Los resultados empíricos son contundentes y no dejan lugar a duda de que el desafío de la próxima administración pasa por generar condiciones favorables para incentivar la inversión productiva, si se quiere crecer de manera sostenida y obtener los beneficios derivados de este crecimiento.