Por: Esteban Wood
La cercanía de la noticia y del suceso requiere de opiniones fundamentadas. La tragedia de Costa Salguero amerita meditar las palabras. Ni el oportunismo legalizador ni el prohibicionismo colaboran en esta instancia de necesaria reflexión.
No se debe apelar a la retórica cuando, al momento de redactar esta columna, hay cinco jóvenes fallecidos y cinco internados en grave estado por presunta intoxicación debido al uso de drogas sintéticas. Pero la instancia es propicia para generar conciencia en torno a un problema del cual nadie habla demasiado. Parecería que se requiere de una desgracia para que los medios de comunicación posen la vista sobre un fenómeno preocupante, que quienes trabajamos la temática lo advertimos desde hace diez años.
El último informe con rigor metodológico sobre consumo de drogas entre estudiantes de enseñanza media, elaborado por el Observatorio Argentino de Drogas de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), daba cuenta de una tendencia alarmante en la magnitud del consumo de éxtasis entre jóvenes de 14 a 17 años durante el período 2001-2011. En diez años, la prevalencia de vida pasó del 0,2% al 2,1%, un aumento de casi mil por ciento.
Los patrones de uso también cambiaron. La mayoría de los usuarios hoy combinan pastillas con otras sustancias, preferentemente alcohol, lo que constituye una práctica de alto riesgo porque profundiza los efectos nocivos para el organismo. De allí que la visión fomentada por los propulsores del libre uso de drogas, con énfasis en aplicar protocolos de reducción de daños, tiene poco sustento real frente al hecho de que facilitar agua mineral como forma de evitar la deshidratación no modifica ciertas conductas irresponsables, ni mucho menos colabora en la necesaria prevención del uso indebido de drogas.
Otro indicador a tener en cuenta es la expansión mundial en la oferta de drogas sintéticas. El último informe del Observatorio Europeo de la Droga y Toxicomanías (OEDT) y Europol alerta sobre el crecimiento y la aparición de nuevas drogas de síntesis. Ya se han relevado 560 sustancias de este tipo, cien de las cuales fueron detectadas sólo en 2015. Argentina no es ajena a esta corriente.
Por eso no sólo es fundamental la actualización permanente de las listas de sustancias ilícitas y el desarrollo de sistemas de alerta temprana sobre estas tendencias mundiales para el ámbito de la reducción de la oferta. También se requiere desarrollar mejores protocolos de intervención en las salas de urgencias toxicológicas, con la incorporación y la utilización de instrumentos que permitan determinar, con certeza, si la sustancia que generó la emergencia es realmente la que la persona creyó haber consumido, y no otra. De nada vale discutir el nombre fantasía en la jerga, cuando lo fundamental es conocer con exactitud la verdadera composición molecular de la sustancia ingerida, para un correcto abordaje clínico.
Frente a todos estos escenarios, lo determinante en materia de políticas públicas es la posición que asume un Estado como tutor de la salud y la seguridad ciudadana. Partiendo de una premisa que pretende velar por la integridad de la ciudadanía y minimizar los costos asociados al uso indebido de drogas, el debate sobre la legalidad o la ilegalidad es asunto secundario. El problema sigue siendo el elevado consumo de drogas, los factores de riesgo, los imaginarios culturales y la tolerancia general a ciertas prácticas disvaliosas y autolesivas. Porque tan riesgosa como la composición química de una sustancia o su estatus normativo es la pasividad que asumimos, como sociedad, frente a esta epidemia que no diferencia clases sociales.