Tal como lo indicábamos en este portal la semana pasada, el accidente aéreo que provocó la muerte del candidato presidencial del Partido Socialista, Eduardo Campos, y de 6 acompañantes fue un verdadero “Cisne Negro” en estas elecciones brasileñas.
Hasta ese día, los mandos del oficialismo veían con preocupación pero con confianza una victoria de la presidente Dilma Rousseff en una segunda vuelta frente al socialdemócrata Neves. Un síntoma en este sentido era que la candidata petista encabezaba la intención de votos en el Estado de origen de Neves.
No obstante ello, para el Gobierno había quedado atrás la posibilidad de un triunfo en primera vuelta cómo mostraban las encuestas poco más de un año atrás. Las protestas de amplios sectores de las nueva y creciente clases medias brasileñas de mediados del 2013 dieron por tierra con ello, sumado a un escaso crecimiento económico, un leve pero aumento al fin de la inflación (pero siempre por debajo de un envidiable 7 por ciento anual) y críticas a los gastos por el Mundial de fútbol.
En tanto, las élites económicas y financieras comenzaron a ver con buenos ojos una alternancia en el poder, más aun frente a lo que se consideran un cierto exceso o intención de dirigismo económico y centralización en la tomas de decisiones de la Presidente. No casualmente, cualquier signo que apuntara a una Rousseff con un camino menos despejado a un segundo mandato se reflejaba en una suba de la Bolsa de Valores y otros indicadores de confianza de los inversores.
El ascenso de Marina
Las principales empresas de encuestas del Brasil se han lanzado a la calle a llevar a cabo importantes muestreos a escala nacional para comprobar cómo quedaron los índices post accidente.
La foto del día previo al mismo era una Dilma con 38% de intención de votos, Neves con entre 20 y 22 puntos y un Campos con 8. Cuando los entrevistados eran consultados por una segunda vuelta, Rousseff se alzaba con el 42, Neves con 35-36 y Campos entre 8 y 10. Éstos estudios también destacaban la existencia de una masa crítica importante de ciudadanos que optaban por no ir a votar y hacerlo en blanco. Algunos no dudaban en atribuirle a los sectores molestos con el Gobierno que protestaron en el 2013 pero que no encontraban canal electoral a esa insatisfacción.
Se espera que los primeros números estén disponibles en la última semana de agosto y comienzos de septiembre. No obstante, y como corresponde, comenzaron circular algunos de encuestas pedidas de urgencia por el oficialismo y de partidos opositores. Los mismos darían Dilma con 29-28 (antes 38), Neves y Silva -recientemente ungida como candidata del socialismo- parejos en torno al 20 al 22 porciento.
A ello se suman análisis políticos que comienzan a cuantificar algunos activos importantes de Silva. Un mujer, ex ministra de Medio Ambiente de Lula, que no dudó en irse del gobierno del PT en plenas mieles del poder con el líder sindical, con fama de muy formada, decente y que, si bien proviene de un ideario de izquierda en su juventud, no duda en criticar el aborto y en alentar la iniciativa privada en la economía. Su condición de creyente y evangelista se percibe cuando hace referencia a Dios en el cierre de sus discursos.
Finalmente, con un atributo no menor en un país como Brasil tan como es su ascendencia afroamericana. Los rasgos y colores de los candidatos por si solo no ganan elecciones, pero la Ciencia Política bien sabe de su rol cuando se combina con otros como los antes mencionados y con adecuados respaldos económicos y estrategias electorales. En otras palabras, lo que la politologia llama “one of us” o ver al presidenciable como “uno de nosotros”. Sin olvidar que la “marca” Silva, ya se probó en las elecciones del 2010 en plena euforia política del PT y economía del Brasil, en la cual la ecologista proveniente de una familia humilde de la zona de Acre, obtuvo poco más de 19 porciento de los votos.
Desde el 2002, los sectores más humildes han sido un arma electoral clave para el oficialismo. Si alguien está en condiciones de fisurar ese escudo, es precisamente una mujer que se hizo desde lo más abajo de los estratos sociales del país y proveniente de por fuera de las grandes ciudades desarrolladas. Si algo faltaba, esta dotada de algo tan difícil de definir como el amor pero que cada uno de nosotros identifica cuando lo ve o sea el carisma. Categoría difícil de asir, pero que ya el gran sociólogo Máx Weber no dudo en poner en el centro de la escena con su categoría de “líder carismático” en el cual no hubiese dudado en colocar a Lula y no a Rousseff. A la cual le habría atribuido rasgos más cercan al tipo de “liderazgo burocrático”.
Sin números aun en la mano, uno podría deducir que si hace dos semanas Neves estaba a 6 a 7 puntos de distancia de Rousseff en un ballotage, Silva bien podría estar como mínimo empatada en la actualidad. Sin duda la poderosa maquinaria del oficialismo hará todo lo posible para apuntalar a Neves como principal rival en la inevitable vuelta. De forma tal de evitar que fines del 2014 dé a luz a una verdadera “Obama brasileña”.
Si uno se guiará por algunos clichés, no siempre errados, bien podría ser natural en un país que en el 2002 le dio el poder por primera vez a un ex obrero metalúrgico, en el 2010 a una mujer y ex guerrillera y por qué ahora no a una humilde afro americana preocupada por la pobreza y el medio ambiente. No obstante, aun es joven y si de apuestas se trata todavía la reelección de Rousseff tiene un margen razonable de esperanza. Pero sin duda mucho menor que antes de la trágica muerte de Campos.