Por: José Cruz Campagnoli
El apuro de Mauricio Macri por sacarse una foto con un subte renovado y así fortalecer su alicaída campaña presidencial le está costando muy caro a los porteños. En abril de 2014 el PRO había prometido que para febrero de este año los vagones de la línea B serían reemplazados por modernas formaciones adquiridas al metro de Madrid. Los trenes no eran cero kilómetro, sino usados, pero sostenían que de esta manera la renovación iba a ser más rápida y menos costosa. Transcurridos ya seis meses de 2015, ninguna de las dos premisas se concretó. Los porteños pasaremos el verano sin los coches con aire acondicionado, que quedaron postergados para marzo del año próximo.
El jefe de gobierno había anunciado con bombos y platillos que los nuevos vagones (CAF 6000), supuesta joya comprada a los españoles, iban a estar en funcionamiento en marzo de 2015. Para ello, claro, invirtió millones de pesos en reformas y cerró la red durante los fines de semana, porque las nuevas máquinas no eran adaptables a nuestra red.
Desde abril de 2014 se comenzó a trabajar para realizar esta adaptación, con el cambio de la alimentación eléctrica (se instaló la catenaria rígida). Pero las obras trajeron nuevos problemas y la inauguración se fue posponiendo. Según explicaron trabajadores de la línea, en las pruebas los CAF 6000 largan chispazos, porque no hacen buen contacto con la catenaria. También agregaron que, como requieren más energía para andar porque tienen aire acondicionado, si circularan dos formaciones en simultáneo se sobrecargarían las usinas eléctricas y saltarían. En definitiva, cuatro meses más tarde de la fecha en que prometieron poner en funcionamiento los nuevos trenes, hacerlo hoy generaría un colapso energético. Y la última promesa, que implicaba la puesta en funcionamiento de los subtes durante el mes de junio, acaba de incumplirse. Hoy en día, los 380 mil pasajeros de la línea B continúan viajando en los coches de siempre. Y lo harán así hasta el año próximo, porque las pruebas de los trenes continúan mostrando fallas.
El macrismo quería mejorar la red rápido, pero las soluciones mágicas no existen. Este año, por los rieles de la línea B circularon unos pocos CAF con pasajeros, a modo de prueba. Todos fueron manejados por instructores: el personal de base realizó la formación teórica para manejar los nuevos trenes, pero no la práctica, con lo cual tampoco está listo para conducirlos en un breve lapso.
Según el portal enelsubte.com cada coche le costó al gobierno porteño 1,2 millones de dólares, si se contemplan todos los gastos en obras y demás cuestiones necesarias para su adecuación. La duda surge de inmediato: ¿por qué no compraron trenes nuevos y de calidad para mejorar el subte?
En definitiva, mientras los CAF descansan en boxes, los pasajeros siguen siendo los afectados por las mejoras prometidas que no se cumplieron y los compromisos asumidos, que no se concretaron; y que terminan afectando a quienes necesitamos un transporte público de calidad para trasladarnos en la ciudad.