Nadie prestó demasiada atención en 2006 cuando el actual secretario general de la ONU, el coreano Ban Ki-Moon, se presentó como candidato para liderar la organización internacional más importante del mundo. Corea del Sur, que tiene apenas un territorio equivalente a un tercio de la provincia de Buenos Aires, perdía tanto en tamaño como en poderío económico contra las otras dos potencias de Asia: Japón y China.
Sin embargo, en octubre de 2006, en contra de todos los pronósticos, Ban Ki-Moon asumió la Secretaría General de la Organización de Naciones Unidas en una elección sin precedente y se convirtió en el primer coreano en la historia en liderar ese organismo supranacional.
Algo similar sucedió en el Banco Mundial. Kim Jim-Yong, quien hasta 2012 presidía la prestigiosa Universidad de Darmouth en los Estados Unidos, fue respaldado por el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, para dirigir la máxima institución financiera del mundo y luego de una elección reñida se convirtió en el primer coreano en la historia en ocupar la presidencia del Banco Mundial.
Luego de la renuncia de Blatter y del escándalo de corrupción que manchó a la FIFA, varios candidatos se comenzaron a anotar para la sucesión de la presidencia de esa organización. Uno de ellos es Chung Mong-Joon, el heredero de Hyundai, la compañía más importante de Corea del Sur luego de Samsung.
El coreano, quien durante muchos años fue uno de los mayores críticos de la gestión de Blatter, tiene lazos importantes con el fútbol: tiene 17 años de trayectoria en la FIFA, fue vicepresidente honorario y, entre 1993 y 2009, presidente de la Asociación de Fútbol de Corea del Sur. Es también una figura relevante de la política coreana: fue legislador nacional hasta mayo de 2014, candidato presidencial en 2002 y candidato a jefe de gobierno de Seúl, la capital de Corea del Sur, en 2014.
Los liderazgos que ejercen Ban Ki-Moon y Kim Jim-Yong desde la ONU y el Banco Mundial le otorgaron al pequeño país de Asia una relevancia política y económica en la arena internacional que antes no ostentaba. Si Chung Mong-Joon consigue llegar a la presidencia de la FIFA, Corea, un país que carece de recursos naturales pero lidera en el campo tecnológico e industrial, podría ganar un poder de influencia enorme en un campo tan popular como es el fútbol. Y en consecuencia podría seguir afianzando su protagonismo internacional, en este caso, a través del deporte.