Por: Leonardo Pizani
Desde el año 2005 no se realizaba una Cumbre de las Américas políticamente tan importante como la reciente en Panamá, no sólo por el hecho ya muy señalado de la participación de Cuba, sino porque ha marcado el relanzamiento de la política norteamericana en coincidencia con el fin de una etapa y el surgimiento de un nuevo liderazgo en el continente.
De aquella IV Cumbre realizada en Mar del Plata liderada por Néstor Kirchner, Lula y Chávez -en la que Bush y el ALCA salieron con las tablas en la cabeza- a la recién finalizada, hay enormes diferencias.
De aquellos tres dirigentes hay dos fallecidos y a Lula, el no estar en el gobierno y los escándalos de corrupción que golpean a su partido y al gobierno de Dilma Rousseff, le han restado fuerza y presencia internacional. Esta última Cumbre fue liderizada por EEUU.
Si a lo señalado le agregamos la finalización de los períodos presidenciales de Obama, José Mujica y Cristina Fernández y el ineludible final biológico de los hermanos Castro, la aparición de nuevas caras y con ellas nuevas orientaciones en la política continental son inevitables.
Nicolás Maduro no es Chávez y la caída de los precios petroleros han generado una nueva realidad -especialmente en Centroamérica y el Caribe- en la que la influencia de Venezuela pierde fuerza ante la ofensiva lanzada por Obama en materia energética.
La VII Cumbre ha marcado el final de una etapa y el comienzo de otra cuyas características aún no conocemos. Ni los protagonistas, ni las circunstancias serán los mismos de hace diez años. En este último sentido no es poca cosa el paso dado por EEUU y por Cuba. Baste sólo recordar que ya en la VI Cumbre varios países habían planteado no asistir a la VII si Cuba no era invitada. Cuba se había convertido en un problema que partía aguas separando a EEUU del resto del continente. Hasta sus más cercanos aliados tuvieron que enfrentar el dilema de votar contra el amigo y -en algunos casos- a favor del adversario, obligados por innumerables decisiones de las Naciones Unidas que, con toda razón, condenaban un absurdo bloqueo que los últimos 40 sólo benefició políticamente a los Castro.
Todo esto va a replantear -con mucha fuerza- el papel que le corresponde a la OEA, a la Unasur y al Celac, organismos que en muchas ocasiones superponen funciones, son políticamente irrelevantes o se asemejan a un club de amigos.
A pesar de la gran fuerza con la que venía plantándose a nivel político y a escala internacional, la situación de los Derechos Humanos, Civiles y Políticos en Venezuela no pudo ser discutida en la Cumbre neutralizado el tema por el encabezado de la Orden Ejecutiva firmada por el presidente Obama. Una formula legal anacrónica y que según el propio Obama no representaba la realidad de la situación, vino no sólo a evitar la discusión, lo que es peor, desvió la atención.
Los parlamentos de Chile y de España se pronunciaron, Podemos -en España- se mostró contrario a la existencia de presos políticos en Venezuela, Felipe Gonzalez asumió la defensa política de Antonio Ledezma y de Leopoldo López, una treintena de ex presidentes firmaron una carta exigiendo la libertad de los presos políticos, gobiernos de América y del mundo, en especial Uruguay, Chile y Brasil, se pronunciaron contra la existencia de presos políticos. Una gran movilización y la Cumbre no habló.
Este año se renueva la totalidad de la Asamblea en Venezuela y el papel de los organismos internacionales será crucial para ofrecer las garantías imprescindibles, evitar la violencia y aceptar en paz los resultados.
Las Garantías Electorales solicitadas por Ciudadanía Activa, organización vinculada a la lucha por el respeto de los Derechos Humanos, Civiles y Políticos son:
1.- Regreso de la Observación Internacional calificada (OEA, ONU y UE).
2.- Auditoría Internacional del Registro Electoral.
3.- Supervisión internacional del proceso de Inscripción Electoral.
4.- Prohibición de Cadenas durante la Campaña Electoral.
5.- Supervisión y control sobre el uso de los recursos públicos.
6.- Cumplir con la representación proporcional establecida en la Constitución.
7.- Campaña sobre el secreto de voto y los delítos electorales.
8.- Adiestramiento de los miembros de Mesa, los testigos y los Coordinadorees del CNE.
9.- Creación de un Comité Electoral imparcial y paritario que sancione inmediatamente el uso de recusos públicos.
10.- Autorización a la sociedad civil para que pueda promover la participación ciudadana.
12.- Acceso equitativo a los medios.
13.- Garantizar que el papel de las FFAA se circunscriba a lo establecido en la Constitución.
14.- Un horario de votación claro y definido.
15.- Privacidad del acto de votación que garantice el secreto del voto.
16.- Auditoría de los Cuadernos de Votación y de las huellas.
17.- Siendo el sistema automatizado, resultados públicos en tiempo real.
18.- Un nuevo Consejo Nacional Electoral designado cumpliendo lo establecido en la Constitución Nacional.