Por: Leonardo Pizani
No he encontrado a nadie cuya primera reacción no haya sido de risa e incredulidad.
La noticia de que el Presidente Obama había declarado “una emergencia nacional con respecto a la amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y política exterior de Estados Unidos planteada por la situación en Venezuela” es tan ridícula que parece un chiste.
Pero no es un chiste. Es una peligrosa declaración a través de la cual el gobierno norteamericano amenaza -nuevamente- a un país latinoamericano y que merece la terminante condena de todos, como en efecto ha sucedido.
Lo único que se necesita es algo de memoria para que semejante barbaridad nos recuerde inmediatamente las invasiones a Guatemala, Cuba, Santo Domingo, Panamá y Granada, el sangriento golpe de Estado en Chile y la interminable lista de dictaduras que tantas muertes y atraso han significado para nuestro continente, siempre aupadas y sostenidas por los EEUU con el inaceptable argumento de defender sus intereses en peligro.
Al mismo tiempo, en esta declaración hay algo fuera de lugar. Justamente cuando el gobierno norteamericano aparece como intentando corregir el error del embargo a Cuba -reconocido por el propio Obama como una estupidez sostenida durante 50 años- lanzar este absurdo ataque contra el gobierno venezolano resulta inconsistente hasta con las propias políticas del Departamento de Estado.
Inmediatamente se han hecho múltiples ejercicios para encontrar las verdaderas razones de semejante barbaridad: el petróleo, Venezuela por Ucrania, que Maduro le ha cedido parte del territorio a China para instalar bases militares, los vínculos con el narcotráfico… en fin, muchas teorías que permitirían escribir varias novelas, porque lo que en América Latina nadie le puede creer a un gobierno de EEUU, es que semejante declaración y amenaza puedan tener algo que ver con la defensa de los Derechos Humanos de los venezolanos.
Tampoco cierra en la declaración de Obama que, después de semejante decreto, las medidas que anuncia sean retirarles las visas y prohibirles negociar en los EEUU a siete funcionarios chavistas. Es algo así como usar un misil para cazar moscas.
Otra explicación posible, y que cada vez toma más cuerpo, es que la declaración de Obama tiene más que ver con la política interna norteamericana que con posibles invasiones contra Venezuela.
Es un hecho conocido que el Sr. Obama ha quedado condenado a transitar sus dos últimos años de gobierno con un congreso dominado por el partido republicano, y eso es un problema para él. Según se ha informado, la declaración de una “emergencia nacional” constituye un formulismo legal que en los EEUU le permite al presidente de la república manejar posibles sanciones a algún país sin tener que pasar por el congreso.
Sea cual fuere la razón y los planes del Sr. Obama, lo que ha quedado claro es que nadie hasta ahora había hecho tanto por Maduro como él.
Maduro lo había intentado todo para tratar de cohesionar a su tropa y ocultar los desastres de su gobierno. En dos años ha denunciado 16 intentos de golpe de estado, todos con su respectiva tentativa de magnicidio. Para aterrorizar a la población, cualquier protesta ha sido brutalmente reprimida dejando un tendal de muertos, heridos, presos y torturados, siendo la última atrocidad el asesinato de un niño de 14 años cometido por la policía bolivariana a la vista de todo el mundo. Se inventó una guerra económica, volvió con el cuento del golpe, llevó a Samper de locutor e intentó utilizar a Unasur… en fin, acabó con todas las recetas de los manuales utilizados por los regímenes de fuerza.
Todo le había fracasado y su credibilidad nacional e internacional estaba por el suelo, hasta que Obama vino a su rescate con una declaración tan estúpida como el embargo a Cuba.
Lo que Galtieri buscó con una guerra, a Maduro se lo regaló Obama. Ya veremos qué costo tiene esa barbaridad para la gente en Venezuela.
Por ahora, ya a Maduro le sirvió para justificar su aprobación de una Ley Habilitante Antiimperialista -¡válgame Dios!- que de hecho sustituye la declaración del Estado de Excepción, con lo que seguirán asesinando niños aplicando la Resolución Nº 008610 que permite el uso de armas de fuego para reprimir protestas civiles. Unasur cerrará filas en apoyo al régimen y se llenará de discursos patrioteros. Si ya teníamos militares por todos lados, ahora los tendremos hasta en la sopa. Ni hablar de libertad de expresión. La censura a los pocos medios independientes encontró una nueva excusa y, por supuesto, ahora la acusación de traición a la Patria a los dirigentes de la oposición será el pan nuestro de cada día; y todo esto sucederá en plena campaña electoral.
A pesar de estos y otros inconvenientes que seguramente sobrevendrán, la oposición va a ganar las elecciones y lo único que va a quedar como saldo positivo de este mal recuerdo, es que nadie va a poder decir que ganó gracias a los gringos. La oposición le va a ganar a Maduro, a Obama y a los golpistas. A todos juntos.