Por: Luis Gasulla
Qué Lázaro Baez es un contratista del Estado que creció al calor del ex presidente Néstor Kirchner, ya se sabía. Jorge Lanata materializó, en imágenes, las contradicciones del relato y la magnitud de la corrupción. Para ello necesitó de pruebas, archivo, contextualizar la noticia y dos testimonios imperdibles. El mediático Leo Fariña se prestó a una cámara oculta que, de clandestina no tenía nada, como él mismo admitió, y Federico Elaskar abrió la boca, con todas sus fuerzas, para denunciar a sus antiguos socios. Sintiéndose víctimas y más vivos que el poder que les había prestado el poder, creyeron que podían jugar con el periodista más odiado por el gobierno. Se encontraron con un amplio repudio de la ciudadanía, expresado en la noche del jueves 18 de abril. El tiempo dirá si sus “arrepentimientos” son perdonados por las masas.
El escándalo tiene amplias ramificaciones y nombres que se conectan en una red que desemboca en las más altas esferas del poder político, manejado con mano dura, por Néstor Kirchner, hasta el último día de su vida. El punto central es si la financiera SGI sacó dinero del país, de dónde provenía ese dinero y cómo se había recaudado. Según “la Fuente” –una persona que hasta hace pocas semanas trabajó en la financiera- Leo Fariña habló para “recuperar un vuelto” y por “calentura” contra su jefe Carlos Molinari. El empresario inmobiliario que se subió a un avión con un cronista de Caiga Quien Caiga, hace un tiempo, para ostentar su nivel de vida y su llegada al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, declaró, en esa ocasión, que “cuando prestás plata a un amigo, perdés la plata y el amigo”. Molinari está al frente de Real Estate Investment SA, una inmobiliaria con ramificaciones en Estados Unidos, y suele viajar en aviones privados a la república vecina del Uruguay. Fue candidato a vicegobernador de la provincia de Buenos Aires acompañando al ex intendente de José C. Paz, Mario Ishii, y acompañó a Fariña en el cumpleaños de 15 de la hija del mediático Jacobo Winograd. Una de sus hijas es movilera, desde Miami, de un programa televisivo que produce llamado “El Desarrollador”. Pero, según “La Fuente”, en el escándalo que involucra a Lázaro Baez, Molinari no tiene nada que ver sino que Fariña lo incluyó para embarrar la cancha.
“La Fuente” está convencido de que, por su forma de ser y por haber “nacido en una cuna de oro, a Federico le ofrecieron mucha plata para desdecirse”. Federico es Elaskar, el financiero que relató a PPT cómo se hacían las triangulaciones financieras que posibilitaban a las empresas manejadas por Baez sacar dinero del país mediante la ruta Río Gallegos-San Fernando-Punta del Este. En el Facebook personal de Laura Elaskar, la propia hermana de Federico, pedía no perderse el “imperdible” PPT de Jorge Lanata. Luego del programa, respondía los mensajes de apoyo por la valentía y por “los huevos” de su hermano, con satisfacción. Extraños comentarios de la hermana del financista que luego diría, ante las cámaras de América TV, que había mentido.
Los opinadores profesionales relativizaron las denuncias de Fariña y Elaskar porque los números de sus documentos de identidad superaban los 30 millones. “Son jóvenes”, decían los mismos que reivindican a la juventud maravillosa camporista. La corta edad de los protagonistas es una inteligente estrategia de los artífices del desvío de fondos públicos para tener futuros chivos expiatorios ideales. Personas sin escrúpulos, inteligentes y “trabajadores full time” que no tienen dimensión del delito. A pesar de las advertencias del poder, son capaces de desafiar a las reglas no escritas que demandan discreción. El pecado que no perdona el sistema de poder kirchnerista es la ostentación de los nuevos ricos. Tanto Fariña como Sergio Schoklender cometieron el mismo error. El tiempo dirá si Leo también caerá en desgracia.
Los aviones privados utilizados por empresarios, políticos, sindicalistas y nuevos ricos es otro punto a analizar. Uno de los aviones de Lázaro Baez perteneció al gobierno del Chaco, otro a los hermanos Juliá. En el capítulo 7 de mi libro El negocio de los derechos humanos, titulado “Volando con Sergio”, decía que “Medical Jet, la compañía dueña del Challenger en el cual los hermanos Juliá viajaron a Barcelona en enero de 2010 con 944 kilos de cocaína, también lo hizo con el respaldo político correspondiente”. También es cierto que “en esos vuelos de Royal Class llegó Antonini Wilson y su famosa valija con los 800 mil dólares. En esos aviones también llegó el ex presidente Néstor Kirchner a Santa Cruz, tal como lo descubrió la agencia OPI, durante 2010. El abogado que defendió a Antoni Wilson fue el mismo que colaboró con Alfredo Yabrán en sus últimos meses de vida: Guillermo Ledesma”.
Las relaciones de estos personajes con el mundo de la aviación son, al menos, curiosas. Uno de los aviones de Macair Jet, una empresa gerenciada por los hermanos Colunga a la que el gobernador Jorge Capitanich le pagó más de 15 millones de dólares en concepto de compensaciones al lanzar Aerochaco en octubre del 2008, hospedó a Ricardo Jaime. Se trataba del Learjet N786YA. Por los mismos aviones en los que volaron Capitanich, Schoklender, Jaime, también viajaron el ex presidente Kirchner y su contratista preferido, Lázaro Baez. Como afirmó el propio Fariña, “trabajé con Lázaro Baez pero nunca con una asociación ilícita”. Los ladrones creen que todos son de su condición. Lo que confunden, permanentemente, es lo público con lo privado.