Por: Mariano Carpineti
Diversas situaciones tanto de orden nacional como internacional parecen estar dándole un respiro a las alicaídas reservas internacionales del Banco Central (BCRA). Como quien busca agua en el desierto, el equipo económico se impuso como objetivo frenar la caída de reservas, que en los últimos meses se había acelerado debido a la creciente necesidad de recursos para financiar importaciones (sobre todo, compra de combustible al exterior) y a la fuga de divisas.
La situación que desmejoraba con el paso del los meses pareció nivelarse en los últimas semanas por varios hechos, entre ellos la firma e implementación del swap con China por US$1.300 millones -se espera un nuevo tramo de US$1.000 millones antes de que finalice el año-, la licitación de las licencias del 4G por un monto de US$2.300 millones a ser ingresado y el acuerdo con las cerealeras, las cuales aumentaron la liquidación de exportaciones en el último tramo del año un 60% respecto de 2013.
Esta coyuntura le permite al BCRA comenzar a relajar el control sobre el mercado cambiario, permitiéndoles a los importadores trabajar de manera más relajada sin romper su cadena de pagos.
Por otra parte, durante las últimas semanas también se viene produciendo una caída sistemática del precio del petróleo, lo cual se debe a diferencias entre los productores, los cuales no logran acordar el volumen de producción debido a los objetivos contrapuestos. Asimismo, el panorama global es heterogéneo: mientras los Estados Unidos buscan el autoabastecimiento, objetivo muy real, ya que cada día importa menos petróleo desde Medio Oriente, Europa no sale de la recesión y China ya no crece por encima del 10% como antes.
Todo esto debería ser visto desde el punto de vista de nuestro país como algo positivo, ya que las importaciones de petróleo de los últimos años han crecido de manera exponencial: el menor precio del combustible permitiría disminuir fuertemente la demanda de dólares destinadas a este producto. Según estimaciones de analistas del sector, este ahorro de divisas podría llegar a los US$2.700 millones y desde el gobierno ya están analizando una reducción del 7% en el precio de las naftas.
No obstante, no todo es “color de rosas”: esta reducción en el precio del crudo podría ser contraproducente para algunos proyectos de inversión de largo plazo, como la explotación del yacimiento de Vaca Muerta. Asimismo, aunque el menor precio del petróleo disminuya el gasto de dólares en combustible, también hay que tener en cuenta que la caída del precio de la soja, principal producto de exportación de nuestra economía, generará el próximo año menores ingresos en concepto de exportaciones el saldo comercial dependerá de la elasticidad tanto de la importaciones como de las exportaciones.
Por lo tanto, no puede afirmarse que la tendencia se haya revertido: los ingresos heterodoxos de divisas generan aumento de reservas por única vez, no son sostenibles en el tiempo. En tanto, los ingresos tradicionales, es decir, los dólares comerciales, dependerán de la dinámica del escenario internacional, en un contexto en el que la Reserva Federal planea comenzar con las subas de la tasa de interés, deprimiendo aun más el precio de las materias primas.
Con el tipo de cambio “planchado” se han desactivado las expectativas de devaluación, al menos en el corto plazo, pero las condiciones externas que permitieron lograr que las reservas alcancen un nivel han quedado atrás, justo en el peor momento para nuestra economía.