El laberinto del cepo cambiario

Mariano Carpineti

Desde el domingo que se decidió el próximo Gobierno diversos agentes económicos no paran de formularme por la misma pregunta. Todo el mundo parece estar preocupado por cuánto va a costar el dólar luego de que el nuevo Presidente asuma el próximo 10 de diciembre. Mi respuesta obvia es la misma: si lo supiera, no estaríamos hablando de esto y estaría comprando o vendiendo en el mercado con la finalidad de obtener alguna rentabilidad.

Pero creo que la pregunta es errónea. Lo que todo el mundo debería indigar es cuáles son los principales lineamientos del nuevo plan económico dentro de una coyuntura económica que empeora lentamente. Una vez que sepamos estos lineamientos, podremos calcular un tipo de cambio técnico. Esto es necesario, ya que existen diversas posibilidades que se pueden dar dentro de un plan económico que llevaría a un valor distinto según el camino que se elija.

Para empezar y volviendo a la pregunta que todo el mundo hace con respecto al dólar, hay que analizar de qué forma el nuevo Gobierno va a terminar con el cepo. El cepo cambiario para el Gobierno saliente no es más que una ilusión, cuando en la realidad es una pared infranqueable que impide casi cualquier operación al tipo de cambio oficial. Por ejemplo, desde el inicio de la semana, la página de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) está bloqueada para las operaciones de dólares y se dejaron de realizar operaciones de dólar a futuro, con lo que en la práctica no hay mercado a ese tipo de cambio, algo que tiene distorsionada a la economía argentina. La principal víctima de esto es el sector externo, sobre todo las exportaciones, que son la fuente más importante de generación de reservas, que ya no tenemos.

En este sentido, luego del viento de cola que tuvimos en los últimos años y después de las increíbles cotizaciones que tuvieron los commodities, es difícil entender cómo nos quedamos sin reservas. Pero así es, a pesar de toda la ayuda que tuvimos, nos quedamos sin reserva de libre de disponibilidad. Con lo que la tarea de liberar el cepo va a ser muy difícil sin antes, por alguna vía, restablecer parte del stock de reservas que tuvimos. Algunos colegas estiman que el plan para recomponer las reservas va a estar basado en lograr que el campo liquide los granos que está guardado. Pero estimo que, si bien esto es cierto, no se va a producir hasta que el tipo de cambio se mueva, con lo que en el cortísimo plazo esto dudo que suceda. La solución inmediata seguramente va a ser una combinación de blanqueo y endeudamiento. Con esta corta espalda, podríamos generar que las exportaciones comiencen a generar divisas sostenidamente para que nos saquen de este atolladero.

Otra forma es la de liberar el mercado cambiario y subir las tasas a un nivel por encima de la inflación que haga atractivo quedarse en pesos antes que buscar resguardo en los pocos dólares que tenemos. Sería fácil pensar esto: con la cantidad de billetes emitidos en los últimos meses, no sería muy difícil pensar que las tasas estén por encima de la inflación. Sin duda esto traería una fuerte desaceleración de la economía, paralizaría el sector inmobiliario y las industrias muy apalancadas sufrirán un importante incremento en el costo de ese fondeo. Pero puede llegar a ser una vía útil para contener una escapada del tipo del cambio si se decide liberar el cepo sin las reservas necesarias.

Como conclusión, podemos decir que el 2016 va a ser duro, pero saber por anticipado cuánto va a costar el dólar sin tener una clara visión del rumbo del modelo económico es caminar con los ojos vendados para encontrar un objeto. Sin duda el mercado o el próximo Gobierno corregirán el tipo de cambio de referencia. De hecho, aunque no nos guste, el mercado hoy ya lo hace, pero predecir hoy cuánto costará es difícil de calcular. Algo es seguro, hay que reordenar las variables económicas generando el menor costo social, pero vivir eternamente gastando más de lo que se recauda es simplemente imposible.