Por: Mariano Carpineti
Empieza el año 2016 y si bien la expectativa sobre la economía argentina comienza a cambiar, no hay que descuidar la sucesión de situaciones externas que pueden perjudicar o al menos complicar el devenir natural de los acontecimientos económicos. La desaceleración china, la contracción del Producto Bruto Interno (PBI) de Brasil, el incremento en las tasas de interés de referencia son temas a tener en cuenta.
Brasil, sin duda, es la gran locomotora a nivel económico y tracciona muy fuerte sobre la economía argentina dados sus acuerdos económicos que datan del año 1991. Por su parte, Brasil es la novena economía mundial y representa un tercio del PBI de América Latina. Al mismo tiempo, es el PBI más grande del Mercado Común del Sur (Mercosur). Los 202 millones de habitantes hacen de Brasil el quinto país más poblado del mundo y una debilidad para empresas multinacionales y multilatinas que ven al mercado interno de Brasil como su deseo.
Por esto, no es difícil pensar que una contracción de la economía de este país no desacelere el crecimiento económico de los países asociados, especialmente los países del Mercosur. Según estimaciones del Banco Mundial, para el 2016 se espera que la economía del Brasil entre en recesión, por segundo año consecutivo, en el entorno del tres por ciento. De ahí es que el impacto sobre Sudamérica y en especial sobre el Mercosur sea inevitable y digno de ser analizado.
En nuestro caso particular, la situación de la República Argentina es especialmente delicada frente a esta coyuntura. Brasil es el principal socio económico de la Argentina y la mayor parte de los productos tuvo ese destino en la última década. Aproximadamente el 40% de las exportaciones argentinas van a este país.
Si bien en Argentina muchos especialistas creen y postulan que la crisis económica de Brasil no es un evento importante para Argentina a muy corto plazo, es de esperar que este se sienta fuerte hacia fin de año si el nuevo Gobierno no logra comenzar a diversificar el destino de las exportaciones argentinas y a mejorar la competitividad de los productos.
La caída en la demanda de productos por parte de Brasil ya se viene registrando en los últimos años. De hecho, ya se produjo una desaceleración de las exportaciones cercana al 50% en el último año y 70 empresas nacionales que operan Brasil y Argentina sufren las consecuencias.
De todos los sectores industriales, el que más puede sufrir consecuencias es el sector automotriz y sus proveedores de autopartes, que se van a ver muy afectados. En este caso especial, el 80% y, en algunos casos, el 90% de sus exportaciones se dirigen a ese país. Como consecuencia de esto, ya en el 2015 la producción de autos destinada a Brasil se redujo un 12% y las exportaciones se redujeron en un 30 por ciento.
Además de la desaceleración de la actividad económica industrial vía una contracción de la demanda de productos nacionales, tenemos el inconveniente de la competitividad de los productos argentinos en comparación con los productos brasileños. Si bien desde la salida del cepo cambiario y la posterior corrección del tipo de cambio la situación se compensó, en parte, aún queda trabajo por hacer. Esto, sin duda, complicará la idea de diversificar el destino de los productos nacionales, ya que Brasil es más barato.
En consecuencia, ¿esto implica una nueva corrección del tipo de cambio? No, no necesariamente. Sí hay que trabajar en analizar la cadena de valor y mejor la rentabilidad de los productos regionales e industriales con el fin de generar una mejor distribución valor y ver la incidencia fiscal en esto. En este sentido, la quita de las retenciones viene a mejorar la competitividad, pero no alcanza con esto, hay que redistribuir ese margen entre los productores.
En diciembre último, la presidente Dilma Rousseff realizó cambios en la cartera de economía con la finalidad de mejorar la situación económica. La cartera pasó a manos de Nelson Barbosa, un economista heterodoxo y desarrollista. Nelson Barbosa es licenciado en Economía y llevó a cabo un doctorado en la misma disciplina por la New School for Social Research en Nueva York.
Habrá que ver si este cambio de orientación saca a Brasil de la crisis. La expectativa es de recesión para el 2016 y las primeras estimaciones para el 2017 son de un crecimiento marginal en el entorno del 1,4 por ciento.
Al mismo tiempo, y como ya se mencionó con anticipación, se espera que el equipo económico argentino logre revertir o al menos paliar los impactos económicos negativos. De hecho, ya se buscan nuevos mercados y se espera mejorar la competitividad de los productos vía una reducción de impuestos. Como conclusión, sólo resta saber si la caída del gigante sudamericano termina en el 2016-2017 y si las medidas del Estado argentino son suficientes para recuperar el crecimiento sostenido del bloque económico.