Por: Maximiliano Ferraro
Una vez más los estudiantes secundarios toman colegios y el debate queda sepultado para poner sobre la escena pública anécdotas vacías, discursos represivos facilistas o gestas revolucionarias que no son tales. Todos los sectores tiran de la cuerda. Funcionarios de la Ciudad y de la Nación escapan a la verdadera discusión y caen en peleas banales atravesadas por el proceso electoral.
Lo principal es lo que está ausente: la escuela media atraviesa una crisis de sentido, debe ser reformulada y repensada para que estudiantes y profesores sepan para qué estudian o enseñan o transmiten saberes.
Hoy la cuestión central de la educación reside en que pongamos la mirada en la escuela media y que todos los esfuerzos sean para que el cambio se produzca con participación y consenso sin renunciar al objetivo de poder plantear nuevos paradigmas.
A nivel nacional se esta llevando la Nueva Escuela Secundaria (NES) que implica un cambio en el diseño curricular y en los planes de estudios. La Ciudad no está fuera de este acuerdo que surge desde el Ministerio de Educación nacional y el Consejo Federal de Educación. Ese es el contexto de esta nueva crisis.
Al principio el plazo para la reforma fue 2013 pero las tomas de escuelas y el reclamo estudiantil del 2012 abrió una negociación entre el Ministerio de Educación de la Ciudad y los estudiantes y docentes. Se asumió el compromiso de poner en debate en las escuelas el modelo curricular, esto es los planes de estudio. Así como quedaron establecidas jornadas institucionales en cada escuela.
El debate de los planes de estudios es apasionante y aún cuando podemos compartir los objetivos planteados, es inconcebible que la Ciudad pierda la riqueza de los planes como las horas dedicadas a la materia Historia.
El ministro Esteban Bullrich debe defender la escuela media, su riqueza y potencial que tiene a pesar de estar en crisis y exigirle al ministro Alberto Sileoni y al Consejo Federal de Educación toda prórroga que sea necesaria y si es posible que se habiliten otros planes de estudios no contemplados y que éstos tengan la validez nacional correspondiente. Y el titular de la cartera a nivel nacional debe olvidarse de la campaña electoral y tomar conciencia de que su área es también parte del problema y por ende de la solución y no un mero espectador.
No es un dato menor que la Ciudad de Buenos Aires resistió a la Ley Federal de los años 90 que tuvo como uno de los redactores a Daniel Filmus y que muchos gobiernos provinciales que hoy defienden estos cambios y el “modelo nacional” fueron excelentes y silenciosos ejecutores de aquella reforma que desarticuló y atentó contra la educación pública y que hoy tiene como resultados un altísimo nivel de repitencia, de abandono escolar, así como el muy bajo nivel educativo que se expresa en las pruebas PISA.
En tiempos de elecciones las tomas a escuelas vuelven. No sería bueno que algunos aprovechen esto para la búsqueda de rédito electoral mezquino.
El Gobierno de la Ciudad debe garantizar la plena participación de los actores involucrados y no sólo quedarse en meras expresiones de deseo y convocatorias marketineras carentes de sentido. Los estudiantes deben saber qué cambios se vienen, que la participación de ellos es fundamental pero que las tomas no pueden convertirse en un práctica habitual, porque son un recurso extremo que hay que evaluar. Muchas veces terminan siendo utilizados por directivos que no quieren ver y no llevan adelante instancias institucionales de dialogo y debate como así también de dirigentes que solo buscan el conflicto como medio y como fin.