El dilema de Scioli

Pablo Das Neves

No hay dudas de que la historia es bilardista. No importa los contextos ni las intenciones, los resultados mandan. Al final, una gestión es valorada por los impiadosos hechos facticos. A Raúl Alfonsín le toco llevar adelante un gobierno en un contexto histórico-político complejo, pero en el balance final siempre pesara la salida adelantada. A Fernando De la Rúa se lo llegó a considerar (ex-ante) un Estadista y un fino tiempista político, imagen que se derrumbó al ritmo de las aspas del helicóptero presidencial.

Por estas horas esto debe preocupar a Daniel Osvaldo Scioli (DOS). El gobernador bonaerense debe enfrentarse camino al 2015 a dos escenarios definidos por una lógica binaria. Si DOS es electo como Presidente en el próximo turno electoral, habrá un consenso unánime sobre sus capacidades de Estadista. Se lo considerara un gran lector de escenarios políticos, un tiempista exquisito, con la sabiduría producto de la paciencia oriental para saber esperar los momentos justos. Un tipo que fuma adentro de una garrafa cargada.

Pero si no lo logra, sobre él caerán descalificaciones que lo presenten como un timorato, un conservador carente de la voluntad del conquistador que caracteriza a los grandes líderes políticos. Un pelele que no se animó a tomar el toro por las astas para definir su futuro político. Un hombre que olvidó las sabias palabras del poeta romano Virgilio, quien señalaba “Audaces Fortuna Iuvat” (La suerte favorece a los valientes)

A DOS se le reducen sus opciones día a día. ¿Sera el gobernador bonaerense el candidato del oficialismo? ¿El kirchnerismo, en su versión cristinista, pagará bien su reiterada sumisión? ¿O quizás deba DOS romper lanzas de una vez con el kirchnerismo e intentar regresar a las fuentes del ortodoxo PJ, el cual hoy conserva el poder territorial y hace una fila silenciosa –o no tanto- para sumarse al proyecto presidencial de Sergio Massa? Para resolver estas hesitaciones, los estrategas de DOS deberían adentrarse más en el pensamiento de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, entendiendo que en la cancha política hay más jugadores y estrategias que las que ellos cuentan.

CFK, con 61 años, es aun joven para retirarse de la política. Solo aquellos que no comprenden ese fuego interno que motoriza la voluntad de los grandes dirigentes pueden suponer que CFK se retirará a Calafate a contemplar la inmensidad del Lago Argentino en compañía de su nieto Néstor Iván. Con su impiadoso y vengativo imperativo categórico, sumado a su ejército personal unido y organizado, nuestra Khaleesi autóctona sabe que aún tiene hilo en el carretel y en el peor de los escenarios se retirará con un núcleo duro e impenetrable de un 15%, que le permitirá terciar en la discusión política o, al menos, conservar poder de daño en los años venideros.

Por ello, CFK ha decidido mirar a Chile para hacer un copy-paste de la estrategia de Michelle Bachelet. La estrategia trasandina es simple: Bachelet, luego de un gobierno de corte progresista, evitó un apoyo explícito y con todos los fierros a un candidato del Partido Socialista de Chile, parar entregar el gobierno a un exponente de la derecha opositora como Piñeira, apostando al fracaso de la nueva gestión, conservando su prestigio y capacidad de fuego político, para luego volver a la presidencia como parte de alternancia política.

Para importar y ejecutar esta estrategia, CFK solo debe reemplazar el nombre de Piñeira por el de Mauricio Macri. En la estrategia oficialista, cuentan con que la esperanza blanca de la derecha argentina no posea las capacidades políticas y de gestión suficientes para dejar en el olvido la gestión kirchnerista, dejando la puerta abierta para un regreso triunfal de Cristina y el kirchnerismo. Para ello, es necesario correr de la cancha a DOS. Al gobernador bonaerense le salieron dos competidores para las PASO destinados a desgastar su figura: En primer lugar figura Sergio Daniel Urribarri (SDU), exponente de la doctrina obsecuente entrerriana, quien es el candidato del corazón kirchnerista. Con pocas posibilidades reales, SDU presenta el fanatismo, la subordinación y la obediencia como los principios de su propuesta política, la cual seduce a los sectores más radicalizados del kirchnerismo.

Por otra parte, el Ministro de Interior y Transporte Florencio Randazzo -un hombre moderado y de fina muñeca política- también anunciÓ su candidatura, la cual tácitamente cuenta con el guiño presidencial. La reconocida capacidad rosqueadora del hombre oriundo de Chivilcoy es su principal activo y fuente de preocupación sciolista.

Además de sus competidores, DOS sufre las ráfagas de fuego amigo. La usina filosófica subvencionada conocida como “Carta Abierta” ha salido a señalar que el ex motonauta no los representa. El ultrakirchnerista Ricardo Forster, un hombre que jamás vio un pobre pero teoriza sobre la pobreza, al igual que el incontinente verbal sepia Kunkel, han sido particularmente duros con el gobernador bonaerense. Resulta inverosímil pensar que estas manifestaciones no cuenten al menos con medio guiño presidencial.

CFK mira divertida este escenario desde afuera. Sus próximas acciones se concentran en una salida ordenada del gobierno para lo cual habría un oxigenante cambio de gabinete post-mundial. Conocedora del poder de su núcleo duro, CFK no participara activamente en las PASO, sino que se limitará a colocar hombres y mujeres de su máxima confianza en las listas para garantizar su poder de fuego durante la próxima gestión. Así, a DOS se le acaban el tiempo y las opciones. En pocos días comienza el mundial y en el escenario político se vivirá una tregua futbolera de 30 días. Pero una vez que finalice la competencia en Brasil, se activaran todas las campañas y no habrá tiempo de replanteos.

Porque una sola cosa es segura: El Plan Bachelet está en marcha.